/ martes 22 de septiembre de 2020

Anti-¿qué?

Previo al tradicional Grito de Independencia, grupos feministas realizaron protestas a las que, muy ufanamente, denominaron como Anti-grita. Medios de comunicación subrayaron ese nombre sin chistar.

No es la primera vez que alguien busca modificar nuestro idioma con intención de señalar el género femenino cambiando determinadas palabras. Hace unos meses una dama del gabinete presidencial usó el término "miembras" en vez de miembros. Y otra mujer, haciéndose la graciosa, expresó como "gabineta" al gabinete.

Dejamos en manos de los lectores una carta de una profesora que puntualiza lo siguiente:

“En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es ‘atacante’; el de salir es ‘saliente’; el de cantar es ‘cantante’ y el de existir, ‘existente’.

¿Cuál es el del verbo ser? ‘ente’, que significa ‘el que tiene identidad’, en definitiva ‘el que es’.

Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a éste la terminación ‘ente’.

Así, al que preside, se le llama ‘presidente’ y nunca ‘presidenta’ (aunque hoy, en este caso, la Academia de la Lengua lo admite), independientemente del género (masculino o femenino), del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice ‘capilla ardiente’, no ‘ardienta’; se dice ‘estudiante’, no ‘estudianta’; ‘independiente’ y no ‘independienta’; ‘paciente’, no ‘pacienta’; ‘dirigente’, no ‘dirigenta’; ‘residente’, no ‘residenta’.

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son ‘periodistos’), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la gramática de la Lengua Española?

Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos, y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos les hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

Les propongo que pasen el mensaje a sus amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no ‘ignorantas semovientas’, aunque ocupen puestos gubernamentales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto.

Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

No es lo mismo tener un cargo público que ser una carga pública”.

Hasta aquí la maestra. Saque el lector sus conclusiones. Y defendamos nuestro idioma.


Previo al tradicional Grito de Independencia, grupos feministas realizaron protestas a las que, muy ufanamente, denominaron como Anti-grita. Medios de comunicación subrayaron ese nombre sin chistar.

No es la primera vez que alguien busca modificar nuestro idioma con intención de señalar el género femenino cambiando determinadas palabras. Hace unos meses una dama del gabinete presidencial usó el término "miembras" en vez de miembros. Y otra mujer, haciéndose la graciosa, expresó como "gabineta" al gabinete.

Dejamos en manos de los lectores una carta de una profesora que puntualiza lo siguiente:

“En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es ‘atacante’; el de salir es ‘saliente’; el de cantar es ‘cantante’ y el de existir, ‘existente’.

¿Cuál es el del verbo ser? ‘ente’, que significa ‘el que tiene identidad’, en definitiva ‘el que es’.

Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a éste la terminación ‘ente’.

Así, al que preside, se le llama ‘presidente’ y nunca ‘presidenta’ (aunque hoy, en este caso, la Academia de la Lengua lo admite), independientemente del género (masculino o femenino), del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice ‘capilla ardiente’, no ‘ardienta’; se dice ‘estudiante’, no ‘estudianta’; ‘independiente’ y no ‘independienta’; ‘paciente’, no ‘pacienta’; ‘dirigente’, no ‘dirigenta’; ‘residente’, no ‘residenta’.

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son ‘periodistos’), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la gramática de la Lengua Española?

Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos, y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos les hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

Les propongo que pasen el mensaje a sus amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no ‘ignorantas semovientas’, aunque ocupen puestos gubernamentales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto.

Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

No es lo mismo tener un cargo público que ser una carga pública”.

Hasta aquí la maestra. Saque el lector sus conclusiones. Y defendamos nuestro idioma.