/ martes 26 de diciembre de 2023

Hechos y criterios | Hacia un nuevo año

Pasamos el día de Navidad. Sin embargo no para aquí la alegría. La llamada octava de Navidad es como un “gran domingo” que prolonga el gozo por el nacimiento del Niño Dios. Esa octava tiene sus raíces en el Antiguo Testamento en que el pueblo de Israel acostumbraba celebrar las grandes fiestas durante ocho días (cfr. Gn 17, 9-14).

Durante estos días celebramos a grandes figuras: San Esteban, protomártir; San Juan, Apóstol y Evangelista; los Santos Inocentes; Santo Tomás Becket, Obispo y mártir; el Papa San Félix I y la Sagrada Familia. Culmina la octava con la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

Al margen de lo expuesto, son muchos quienes se preparan para terminar el año y comenzar el siguiente. Lo hacen mediante la reflexión de los acontecimientos sucedidos a lo largo del año y con le esperanza de que el próximo año sea mejor.

Ciertamente en este año hubo sucesos que poco abonan a la esperanza y predicen pocas posibilidades de que las cosas cambien, pero a pesar de ello el corazón de muchos no desfallece y, con dedicación y esfuerzo a nivel personal, confían en que el nuevo año traiga mejores expectativas.

El 2024 es año electoral en nuestro país. Frente a ello es bueno determinarse a participar en el proceso electoral de diferentes modos según las posibilidades de cada uno, especialmente arraigar la convicción de que nuestro voto vale, y no dejar que el abstencionismo predomine.

Al principio de año se acostumbra realizar proyectos para mejorar nuestra vida, alejando lo que puede dañarnos y promoviendo lo que puede hacernos mejores personas. Los propósitos, en general, son buenos, pero en muchos casos al paso del tiempo quedan en meros deseos. Es bueno, se ha expresado no pocas veces, escribirlos y revisarlos periódicamente, renovando las intenciones y buscando la manera de volver realidad esos propósitos.

Un punto importante a seguir es el cuidado de nuestra economía personal. La economía a nivel nacional no corre por caminos venturosos y los precios de muchos productos se alzan por las nubes. La llamada cuesta de enero a muchos les cuesta. Por eso la previsión es necesaria y habituarse a ella es un indicio de que nuestra economía irá mejor. Una educación financiera puede ayudarnos a todos.

Los problemas sociales de toda índole continúan sin dar tregua: violencia, inseguridad, desintegración familiar, marginación, pobreza, corrupción, desempleo, suicidios, desapariciones, migración, atentado a las instituciones y un largo etcétera. A ello se suman las condiciones climatológicas y naturales que causan estragos y traen pérdidas incalculables. Poner nuestro grano de arena para combatir esos problemas y en enfrentar esas situaciones es muy necesario. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

En fin, más podemos señalar, pero cada uno puede desde su trinchera abocarse a la búsqueda de mejorar su existencia y la de nuestra patria. ¿Lo ven?

Pasamos el día de Navidad. Sin embargo no para aquí la alegría. La llamada octava de Navidad es como un “gran domingo” que prolonga el gozo por el nacimiento del Niño Dios. Esa octava tiene sus raíces en el Antiguo Testamento en que el pueblo de Israel acostumbraba celebrar las grandes fiestas durante ocho días (cfr. Gn 17, 9-14).

Durante estos días celebramos a grandes figuras: San Esteban, protomártir; San Juan, Apóstol y Evangelista; los Santos Inocentes; Santo Tomás Becket, Obispo y mártir; el Papa San Félix I y la Sagrada Familia. Culmina la octava con la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

Al margen de lo expuesto, son muchos quienes se preparan para terminar el año y comenzar el siguiente. Lo hacen mediante la reflexión de los acontecimientos sucedidos a lo largo del año y con le esperanza de que el próximo año sea mejor.

Ciertamente en este año hubo sucesos que poco abonan a la esperanza y predicen pocas posibilidades de que las cosas cambien, pero a pesar de ello el corazón de muchos no desfallece y, con dedicación y esfuerzo a nivel personal, confían en que el nuevo año traiga mejores expectativas.

El 2024 es año electoral en nuestro país. Frente a ello es bueno determinarse a participar en el proceso electoral de diferentes modos según las posibilidades de cada uno, especialmente arraigar la convicción de que nuestro voto vale, y no dejar que el abstencionismo predomine.

Al principio de año se acostumbra realizar proyectos para mejorar nuestra vida, alejando lo que puede dañarnos y promoviendo lo que puede hacernos mejores personas. Los propósitos, en general, son buenos, pero en muchos casos al paso del tiempo quedan en meros deseos. Es bueno, se ha expresado no pocas veces, escribirlos y revisarlos periódicamente, renovando las intenciones y buscando la manera de volver realidad esos propósitos.

Un punto importante a seguir es el cuidado de nuestra economía personal. La economía a nivel nacional no corre por caminos venturosos y los precios de muchos productos se alzan por las nubes. La llamada cuesta de enero a muchos les cuesta. Por eso la previsión es necesaria y habituarse a ella es un indicio de que nuestra economía irá mejor. Una educación financiera puede ayudarnos a todos.

Los problemas sociales de toda índole continúan sin dar tregua: violencia, inseguridad, desintegración familiar, marginación, pobreza, corrupción, desempleo, suicidios, desapariciones, migración, atentado a las instituciones y un largo etcétera. A ello se suman las condiciones climatológicas y naturales que causan estragos y traen pérdidas incalculables. Poner nuestro grano de arena para combatir esos problemas y en enfrentar esas situaciones es muy necesario. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

En fin, más podemos señalar, pero cada uno puede desde su trinchera abocarse a la búsqueda de mejorar su existencia y la de nuestra patria. ¿Lo ven?