/ lunes 18 de marzo de 2019

Constructores

En la rama de la construcción hay arquitectos, ingenieros, maestros, albañiles, electricistas, plomeros, azulejeros, yeseros, pintores, carpinteros, vidrieros, herreros, etc. etc.

Es toda una industria que desde cada mando de la construcción, genera un movimiento de equipo que va dando forma a lo planeado. Pequeñas y grandes edificaciones surgen, dando al espectador probadas de imaginación, hasta que ya terminadas son apreciadas y calificadas con diferentes adjetivos.

Ahora pensemos en todo el material que cada trabajador de estas obras requiere para hacer su trabajo, infinidad de productos se congregan en el lugar de construcción y sus empaques y residuos se van apilando de diferentes formas: exageradamente reburujado, medianamente clasificado, y en raras ocasiones ordenado.

Paso por construcciones y me azora ver el cochinero que permiten los encargados y los dueños. En esos cerros se aprecia mucho desperdicio, revoltura de todo tipo de cosas, desde empaques, materiales de construcción hasta residuos de comida y envases de refresco, todo preparado como una ensalada muy indigesta para la naturaleza.

Por otro lado el desperdicio de piso y azulejo es escandaloso, el capricho o la ignorancia de ponerlo con muchos cortes innecesarios, generan en pérdida para el dueño de la construcción y en agravio para el medioambiente.

Y me pregunto: ¿A dónde irá a parar el revoltijo? ¿Habrá alguien que en los tiraderos aproveche algo del montón? ¿O todo irá a estacionarse en un punto donde la naturaleza habrá de aceptarlo como una infección?

Creo que en una construcción el mando debe ser muy estricto en la cuestión del aprovechamiento de material y manejo de desechos, es obligación educar a quienes ahí laboran, que cada trabajador se encargue de apilar lo que vaya desechando de manera ordenada ¿Por qué? Porque de esa manera es muy posible que algunos materiales puedan ser reciclados o aprovechados por alguien más. Evitar que lo reusable se mande al tiradero, porque ya en el revoltijo es muy seguro que no se rescate.

La construcción es uno de los contaminantes más dañinos del planeta. En principio, para construir se le roba a la naturaleza un espacio, luego se requiere de infinidad de materiales que vienen de fábricas que contaminan en los procesos de elaboración y transportación y también contamina todo el escombro y desecho que tiene que ser tirado en algún pedazo de tierra que ya no tiene la oportunidad de manifestar el ecosistema que le corresponde.

Alguien una vez me dijo ¡Pero es que es imposible que la construcción pare! ¡Es desarrollo y seguirá y seguirá? Y yo me pregunto ¿Hasta qué punto? ¿Cuándo empezaremos a tomar en serio la urgencia de parar todos esos monstruos comerciales que no están tomando en cuenta la salud de la naturaleza? ¿Y cuándo se aprovecharán todos esos espacios ya construidos que yacen en el abandono?

Constructores, jefes y empleados, todos ustedes tienen la responsabilidad de aprovechar al máximo los materiales, y tirar lo menos posible, porque todo eso que se desecha, regresa de alguna manera en contaminación para todos. Por más lejos que se lleven el cochinero; el agua, el aire, el suelo y el subsuelo lo regresan, lo esparcen y todos nos afectamos.

Me gustaría pasar por una construcción y ver contenedores para separar el cartón y papel, otro para el plástico, otro para metales, en fin, los que se requieran para rescatar lo reciclable o reusable.

Las ciudades se extienden al ritmo de los intereses comerciales, y los predios son atiborrados de concreto, en un exterminio de todo aquello que no da “ganancia”. Los jardines y espacios naturales no se están apreciando como lo que son: fuente de vida y salud. Los desarrolladores pichicatean las áreas verdes, porque éstos no son “activos” en la contabilidad. ¡Absurdo, verdad! En el ramo de la construcción y los permisos para realizarla, hace falta una sensibilidad hacia la naturaleza, hace falta un compromiso y una exigencia del gobierno de defender los ecosistemas, exigir a los terratenientes que en su cruzada de concreto dejen espacios verdes dignos, que los cauces de los arroyos ya no se bloqueen y que los árboles y arbustos adecuados al clima y suelo, adornen con esa magnificencia del color verde.

“Esta es tu casa”, y digo esto con la esperanza de que lo meditemos, el planeta entero es nuestra casa, lo que hagamos de ella es consecuencia para todos.

Ya no podemos estar jugando a la casita, enfocados sólo en ese espacio que atendemos porque es “nuestro”. La casa grande, la que nos alberga a todos, requiere del cuidado de todos. Y seguiré insistiendo, adopta un lugar y cuídalo, es terapia para el planeta, es terapia para ti.

P.D. Las extravagancias de la construcción han llevado a la extracción irresponsable de materiales que están en la naturaleza y así en la inconsciencia, lo vivo muere para ser trofeo en espacios “privados” de la razón.




En la rama de la construcción hay arquitectos, ingenieros, maestros, albañiles, electricistas, plomeros, azulejeros, yeseros, pintores, carpinteros, vidrieros, herreros, etc. etc.

Es toda una industria que desde cada mando de la construcción, genera un movimiento de equipo que va dando forma a lo planeado. Pequeñas y grandes edificaciones surgen, dando al espectador probadas de imaginación, hasta que ya terminadas son apreciadas y calificadas con diferentes adjetivos.

Ahora pensemos en todo el material que cada trabajador de estas obras requiere para hacer su trabajo, infinidad de productos se congregan en el lugar de construcción y sus empaques y residuos se van apilando de diferentes formas: exageradamente reburujado, medianamente clasificado, y en raras ocasiones ordenado.

Paso por construcciones y me azora ver el cochinero que permiten los encargados y los dueños. En esos cerros se aprecia mucho desperdicio, revoltura de todo tipo de cosas, desde empaques, materiales de construcción hasta residuos de comida y envases de refresco, todo preparado como una ensalada muy indigesta para la naturaleza.

Por otro lado el desperdicio de piso y azulejo es escandaloso, el capricho o la ignorancia de ponerlo con muchos cortes innecesarios, generan en pérdida para el dueño de la construcción y en agravio para el medioambiente.

Y me pregunto: ¿A dónde irá a parar el revoltijo? ¿Habrá alguien que en los tiraderos aproveche algo del montón? ¿O todo irá a estacionarse en un punto donde la naturaleza habrá de aceptarlo como una infección?

Creo que en una construcción el mando debe ser muy estricto en la cuestión del aprovechamiento de material y manejo de desechos, es obligación educar a quienes ahí laboran, que cada trabajador se encargue de apilar lo que vaya desechando de manera ordenada ¿Por qué? Porque de esa manera es muy posible que algunos materiales puedan ser reciclados o aprovechados por alguien más. Evitar que lo reusable se mande al tiradero, porque ya en el revoltijo es muy seguro que no se rescate.

La construcción es uno de los contaminantes más dañinos del planeta. En principio, para construir se le roba a la naturaleza un espacio, luego se requiere de infinidad de materiales que vienen de fábricas que contaminan en los procesos de elaboración y transportación y también contamina todo el escombro y desecho que tiene que ser tirado en algún pedazo de tierra que ya no tiene la oportunidad de manifestar el ecosistema que le corresponde.

Alguien una vez me dijo ¡Pero es que es imposible que la construcción pare! ¡Es desarrollo y seguirá y seguirá? Y yo me pregunto ¿Hasta qué punto? ¿Cuándo empezaremos a tomar en serio la urgencia de parar todos esos monstruos comerciales que no están tomando en cuenta la salud de la naturaleza? ¿Y cuándo se aprovecharán todos esos espacios ya construidos que yacen en el abandono?

Constructores, jefes y empleados, todos ustedes tienen la responsabilidad de aprovechar al máximo los materiales, y tirar lo menos posible, porque todo eso que se desecha, regresa de alguna manera en contaminación para todos. Por más lejos que se lleven el cochinero; el agua, el aire, el suelo y el subsuelo lo regresan, lo esparcen y todos nos afectamos.

Me gustaría pasar por una construcción y ver contenedores para separar el cartón y papel, otro para el plástico, otro para metales, en fin, los que se requieran para rescatar lo reciclable o reusable.

Las ciudades se extienden al ritmo de los intereses comerciales, y los predios son atiborrados de concreto, en un exterminio de todo aquello que no da “ganancia”. Los jardines y espacios naturales no se están apreciando como lo que son: fuente de vida y salud. Los desarrolladores pichicatean las áreas verdes, porque éstos no son “activos” en la contabilidad. ¡Absurdo, verdad! En el ramo de la construcción y los permisos para realizarla, hace falta una sensibilidad hacia la naturaleza, hace falta un compromiso y una exigencia del gobierno de defender los ecosistemas, exigir a los terratenientes que en su cruzada de concreto dejen espacios verdes dignos, que los cauces de los arroyos ya no se bloqueen y que los árboles y arbustos adecuados al clima y suelo, adornen con esa magnificencia del color verde.

“Esta es tu casa”, y digo esto con la esperanza de que lo meditemos, el planeta entero es nuestra casa, lo que hagamos de ella es consecuencia para todos.

Ya no podemos estar jugando a la casita, enfocados sólo en ese espacio que atendemos porque es “nuestro”. La casa grande, la que nos alberga a todos, requiere del cuidado de todos. Y seguiré insistiendo, adopta un lugar y cuídalo, es terapia para el planeta, es terapia para ti.

P.D. Las extravagancias de la construcción han llevado a la extracción irresponsable de materiales que están en la naturaleza y así en la inconsciencia, lo vivo muere para ser trofeo en espacios “privados” de la razón.