/ lunes 18 de enero de 2021

De una vez por todas

Sólo tenemos una vida, un corto periodo de tiempo para dejarle algo positivo a este mundo y no sólo existir. Cada quien tiene su propia vocación y objetivos de vida. Sin embargo, vivimos en una sociedad y como parte de ella debemos tomar decisiones siempre para mejorar la vida en común. Lo curioso de esto y tal vez lo más bonito es que las decisiones de la sociedad nacen de cada individuo. Ahí está nuestra responsabilidad social.

Vienen momentos de decisión, todos sabemos cuál es la decisión correcta, el problema es que en ocasiones nos ciegan nuestros intereses personales y/o de grupo. Se ha llegado al punto de tolerar actos de corrupción con el fin de que no se dañen mis intereses personales, aceptar robos en el gobierno pero hacernos de la vista gorda con tal de sentirnos cercanos al poder. Ese tipo de decisiones únicamente se pueden tomar desde el egoísmo y el privilegio, porque al verlos desde la perspectiva de las personas que más necesitan de ayuda, saber que ese recurso no les llegó para quedar en manos de unos cuantos y saber que aún así se siguen apoyando esas prácticas, es totalmente inaceptable.

Ya vivimos la decisión de la mayoría del electorado en 2018 que castigó con su voto las prácticas corporativas, cupulares y corruptas que se vivieron por muchos años. Hoy, existen grupos que las siguen replicando con afiliaciones masivas a partidos políticos, compra de conciencias con programas sociales, pagos excesivos a medios de comunicación, uso de recursos públicos para control de políticos, etc. Esto es lo que llevó a la gente a buscar otra opción, y aunque las mejoras que las personas tanto esperaron no se han dado, fue otra opción. No podemos esperar que haciendo lo mismo de antes vayamos a tener resultados diferentes. Debemos de dejar de privilegiar los intereses personales si queremos mejorar la situación de este país, porque ya no aguanta más. O nos ponemos las pilas o la gente que más necesita de apoyo no tendrá alternativa pacífica o democrática para buscar su subsistencia.

También lo escribo como miembro de una “nueva” generación de políticos, si llegamos a caer en la inercia de replicar las mismas prácticas, estaremos sacrificando nuestro propio futuro.

La sacudida política de 2018 debió de habernos hecho reflexionar de una vez por todas sobre las cosas que debemos cambiar, pero no. Estamos en las apuestas si un proceso penal se ejecuta o no antes de una elección. Vemos la forma y no el fondo. Ahora el enfoque es quién le puede ganar a Morena, pero no quién puede demostrar convicción, honestidad y principios. El rival a vencer son los problemas del país, no un partido político. Hoy debemos de tomarnos con fuerza y cambiar la perspectiva nacional desde Chihuahua, debemos seguir mostrando cómo se combate la corrupción, cómo se generan empleos, cómo se respeta la dignidad de las personas, cómo son los gobiernos honestos, cómo son los gobiernos que no amedrentan.

Las pequeñas decisiones que están en nuestras manos son las que transforman la historia. Un voto dentro de una sociedad de alumnos, de un partido político o una elección constitucional, ahí está nuestra convicción, dignidad y futuro.

Sólo tenemos una vida, un corto periodo de tiempo para dejarle algo positivo a este mundo y no sólo existir. Cada quien tiene su propia vocación y objetivos de vida. Sin embargo, vivimos en una sociedad y como parte de ella debemos tomar decisiones siempre para mejorar la vida en común. Lo curioso de esto y tal vez lo más bonito es que las decisiones de la sociedad nacen de cada individuo. Ahí está nuestra responsabilidad social.

Vienen momentos de decisión, todos sabemos cuál es la decisión correcta, el problema es que en ocasiones nos ciegan nuestros intereses personales y/o de grupo. Se ha llegado al punto de tolerar actos de corrupción con el fin de que no se dañen mis intereses personales, aceptar robos en el gobierno pero hacernos de la vista gorda con tal de sentirnos cercanos al poder. Ese tipo de decisiones únicamente se pueden tomar desde el egoísmo y el privilegio, porque al verlos desde la perspectiva de las personas que más necesitan de ayuda, saber que ese recurso no les llegó para quedar en manos de unos cuantos y saber que aún así se siguen apoyando esas prácticas, es totalmente inaceptable.

Ya vivimos la decisión de la mayoría del electorado en 2018 que castigó con su voto las prácticas corporativas, cupulares y corruptas que se vivieron por muchos años. Hoy, existen grupos que las siguen replicando con afiliaciones masivas a partidos políticos, compra de conciencias con programas sociales, pagos excesivos a medios de comunicación, uso de recursos públicos para control de políticos, etc. Esto es lo que llevó a la gente a buscar otra opción, y aunque las mejoras que las personas tanto esperaron no se han dado, fue otra opción. No podemos esperar que haciendo lo mismo de antes vayamos a tener resultados diferentes. Debemos de dejar de privilegiar los intereses personales si queremos mejorar la situación de este país, porque ya no aguanta más. O nos ponemos las pilas o la gente que más necesita de apoyo no tendrá alternativa pacífica o democrática para buscar su subsistencia.

También lo escribo como miembro de una “nueva” generación de políticos, si llegamos a caer en la inercia de replicar las mismas prácticas, estaremos sacrificando nuestro propio futuro.

La sacudida política de 2018 debió de habernos hecho reflexionar de una vez por todas sobre las cosas que debemos cambiar, pero no. Estamos en las apuestas si un proceso penal se ejecuta o no antes de una elección. Vemos la forma y no el fondo. Ahora el enfoque es quién le puede ganar a Morena, pero no quién puede demostrar convicción, honestidad y principios. El rival a vencer son los problemas del país, no un partido político. Hoy debemos de tomarnos con fuerza y cambiar la perspectiva nacional desde Chihuahua, debemos seguir mostrando cómo se combate la corrupción, cómo se generan empleos, cómo se respeta la dignidad de las personas, cómo son los gobiernos honestos, cómo son los gobiernos que no amedrentan.

Las pequeñas decisiones que están en nuestras manos son las que transforman la historia. Un voto dentro de una sociedad de alumnos, de un partido político o una elección constitucional, ahí está nuestra convicción, dignidad y futuro.