/ viernes 2 de noviembre de 2018

El enfoque de los Derechos Humanos para los niños

Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños. (Khalil Gibran)

Internacionalmente se realizan esfuerzos considerables, encabezados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), para promover y defender los derechos de los niños en un marco de principios humanistas.

Uno de los tratados más importantes a nivel mundial es la Convención sobre los Derechos del Niño, el cual cumple veintinueve años en este mes. En dicho tratado se exponen los principios fundamentales para un enfoque de Derechos Humanos para los niños.

Un enfoque de Derechos Humanos para los niños supone, entre otras cosas, el interés superior en los niños, atendiendo su dignidad y se protegiendo su integridad. Es un enfoque que debería estar guiando la atención a la infancia en todas las instancias dedicadas a su protección y desarrollo.

Si es cierto que los derechos de la infancia están ocupando un primer lugar en la misión derechohumanista, entonces deberíamos estar centrando esfuerzos en proteger a los niños, aunque fuera sólo por mandato jurídico o un mero compromiso institucional en los niveles local, regional y mundial.

Pero lo más valioso sería que esa atención a la infancia se realizara con el impulso de una convicción moral, de una profunda valoración ética que determine decisiones a partir de una conciencia clara sobre los efectos tanto de acciones como de omisiones respecto al cuidado de los niños.

Para contribuir a un desarrollo infantil deseable, necesitamos un enfoque de Derechos Humanos que no lleve a actuar por su salud, por su educación y por su protección ante el abuso y la violencia. Hay que sistematizar acciones donde participen la familia, la escuela, los gobiernos, los medios de comunicación y tantos agentes más. Se requiere un programa integral.

Este enfoque debe ser un sistema eficiente con tantos elementos como sean necesarios para dar seguridad de un futuro a los niños, una certidumbre mínima de que su vida personal es un proyecto con muchas posibilidades de convertirse en logros y satisfacciones tanto para ellos como para nosotros.



Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños. (Khalil Gibran)

Internacionalmente se realizan esfuerzos considerables, encabezados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), para promover y defender los derechos de los niños en un marco de principios humanistas.

Uno de los tratados más importantes a nivel mundial es la Convención sobre los Derechos del Niño, el cual cumple veintinueve años en este mes. En dicho tratado se exponen los principios fundamentales para un enfoque de Derechos Humanos para los niños.

Un enfoque de Derechos Humanos para los niños supone, entre otras cosas, el interés superior en los niños, atendiendo su dignidad y se protegiendo su integridad. Es un enfoque que debería estar guiando la atención a la infancia en todas las instancias dedicadas a su protección y desarrollo.

Si es cierto que los derechos de la infancia están ocupando un primer lugar en la misión derechohumanista, entonces deberíamos estar centrando esfuerzos en proteger a los niños, aunque fuera sólo por mandato jurídico o un mero compromiso institucional en los niveles local, regional y mundial.

Pero lo más valioso sería que esa atención a la infancia se realizara con el impulso de una convicción moral, de una profunda valoración ética que determine decisiones a partir de una conciencia clara sobre los efectos tanto de acciones como de omisiones respecto al cuidado de los niños.

Para contribuir a un desarrollo infantil deseable, necesitamos un enfoque de Derechos Humanos que no lleve a actuar por su salud, por su educación y por su protección ante el abuso y la violencia. Hay que sistematizar acciones donde participen la familia, la escuela, los gobiernos, los medios de comunicación y tantos agentes más. Se requiere un programa integral.

Este enfoque debe ser un sistema eficiente con tantos elementos como sean necesarios para dar seguridad de un futuro a los niños, una certidumbre mínima de que su vida personal es un proyecto con muchas posibilidades de convertirse en logros y satisfacciones tanto para ellos como para nosotros.