/ miércoles 7 de febrero de 2018

Entonces: ¿Para qué un frente electoral?

Asentamos la semana pasada que las prácticas de los políticos han ocasionado en las democracias el descrédito de la política y de los partidos: optando la ciudadanía por la abstención, ver surgir las candidaturas independientes, borrarse las ideologías y,  en consecuencia, abrirse las  alianzas entre partidos  sin importar “su perfil tradicional”.

Quedó claro que el objetivo de las confrontaciones armadas y de las contiendas electorales es hacerse del poder político. En México, en la pelea presidencial 2018, el candidato de la coalición PAN-PRD-Movimiento Ciudadano ha planteado  sacar al PRI del gobierno, terminar con el régimen corrupto; cambiar el sistema político y terminar con el presidencialismo.

Precisa Ángel Verdugo:  “Entendemos que cuando alguien habla de cambio de régimen se está refiriendo, las más de las veces sin saberlo, a lo político, a lo que tiene que ver con el tipo de gobierno que tenemos y el que queremos tener: hoy presidencialista, mañana parlamentario, por ejemplo”.

En cuanto al tipo de gobierno que tenemos habría que recordar el papel histórico que el hoy PRI, como partido hegemónico, jugó  en la estabilidad política del país cuando muchos países latinoamericanos sufrieron por décadas el flagelo de las dictaduras militares. Además, aseguró  avances democráticos que permitieron la pluralidad política y la alternancia en la presidencia.

Y otras más: La pérdida de la mayoría absoluta en la elección presidencial.

La pérdida de la mayoría absoluta y la mayoría calificada en el congreso.

El espacio de negociaciones en el legislativo, fortaleciendo a partidos y a jefes parlamentarios.

El reparto electoral en prácticamente entre el PRI, PAN, PRD y Morena. Esquema que habrá modificarse de acuerdo a los resultados electorales de julio próximo, entre otros.

“Resaltan los acuerdos y la búsqueda de los consensos o de mecanismos con miras a arribar a decisiones de mayoría. Existe un control de la actuación gubernamental;  hay tolerancia frente a los disidentes; las organizaciones civiles y los partidos políticos gozan de autonomía frente al poder gubernamental; las instancias representativas y los mecanismos electorales funcionan equitativamente; la educación y la participación política son fomentadas como políticas de Estado”.

Así, el sistema político priista ha pasado de la imposición a la negociación, lo que contrasta  con las tendencias autoritarias por parte de la oposición al secuestrar y  desconocer  las iniciativas de reformas derivadas del Pacto por México  en cuya elaboración  participaron activamente y hoy pretenden no solo desconocerlas, sino incluso revertirlas.

Se espera que como resultado del avance democrático la oposición, pero ya no en el modelo autoritario verticalista sino en el esquema de un modelo de toma de decisiones vía consensos y acuerdos, tendrá la  fuerza necesaria para impulsar los cambios políticos que permitan impulsar el crecimiento económico del país.

En síntesis: Como que es desproporcionado plantearse como tema principal de una campaña política desaparecer al PRI,  en otro tiempo partido hegemónico,  del escenario político nacional. A menos que el objetivo sea: “Quítate tú, para ponerme yo…”. Considerando que ha llegado el momento de la toma del poder total, dado que mucho han avanzado en ello.  Para estos tiempos México requiere políticos de otra calidad y actitud. ¿Se estará a la altura?

Asentamos la semana pasada que las prácticas de los políticos han ocasionado en las democracias el descrédito de la política y de los partidos: optando la ciudadanía por la abstención, ver surgir las candidaturas independientes, borrarse las ideologías y,  en consecuencia, abrirse las  alianzas entre partidos  sin importar “su perfil tradicional”.

Quedó claro que el objetivo de las confrontaciones armadas y de las contiendas electorales es hacerse del poder político. En México, en la pelea presidencial 2018, el candidato de la coalición PAN-PRD-Movimiento Ciudadano ha planteado  sacar al PRI del gobierno, terminar con el régimen corrupto; cambiar el sistema político y terminar con el presidencialismo.

Precisa Ángel Verdugo:  “Entendemos que cuando alguien habla de cambio de régimen se está refiriendo, las más de las veces sin saberlo, a lo político, a lo que tiene que ver con el tipo de gobierno que tenemos y el que queremos tener: hoy presidencialista, mañana parlamentario, por ejemplo”.

En cuanto al tipo de gobierno que tenemos habría que recordar el papel histórico que el hoy PRI, como partido hegemónico, jugó  en la estabilidad política del país cuando muchos países latinoamericanos sufrieron por décadas el flagelo de las dictaduras militares. Además, aseguró  avances democráticos que permitieron la pluralidad política y la alternancia en la presidencia.

Y otras más: La pérdida de la mayoría absoluta en la elección presidencial.

La pérdida de la mayoría absoluta y la mayoría calificada en el congreso.

El espacio de negociaciones en el legislativo, fortaleciendo a partidos y a jefes parlamentarios.

El reparto electoral en prácticamente entre el PRI, PAN, PRD y Morena. Esquema que habrá modificarse de acuerdo a los resultados electorales de julio próximo, entre otros.

“Resaltan los acuerdos y la búsqueda de los consensos o de mecanismos con miras a arribar a decisiones de mayoría. Existe un control de la actuación gubernamental;  hay tolerancia frente a los disidentes; las organizaciones civiles y los partidos políticos gozan de autonomía frente al poder gubernamental; las instancias representativas y los mecanismos electorales funcionan equitativamente; la educación y la participación política son fomentadas como políticas de Estado”.

Así, el sistema político priista ha pasado de la imposición a la negociación, lo que contrasta  con las tendencias autoritarias por parte de la oposición al secuestrar y  desconocer  las iniciativas de reformas derivadas del Pacto por México  en cuya elaboración  participaron activamente y hoy pretenden no solo desconocerlas, sino incluso revertirlas.

Se espera que como resultado del avance democrático la oposición, pero ya no en el modelo autoritario verticalista sino en el esquema de un modelo de toma de decisiones vía consensos y acuerdos, tendrá la  fuerza necesaria para impulsar los cambios políticos que permitan impulsar el crecimiento económico del país.

En síntesis: Como que es desproporcionado plantearse como tema principal de una campaña política desaparecer al PRI,  en otro tiempo partido hegemónico,  del escenario político nacional. A menos que el objetivo sea: “Quítate tú, para ponerme yo…”. Considerando que ha llegado el momento de la toma del poder total, dado que mucho han avanzado en ello.  Para estos tiempos México requiere políticos de otra calidad y actitud. ¿Se estará a la altura?

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