/ miércoles 23 de diciembre de 2020

Festejos

Hace algunos años tomé un retiro espiritual dirigido por Cecilia Mijares en la Aldea Guarupa, en San Pablo de la Sierra, un lugar maravilloso en escenario, organización, limpieza y detalles llenos de amor a la vocación de la enseñanza. Es una escuela en la sierra muy cerca de San Juanito. Ahí, excelentes personas se dedican a la educación de niños y jóvenes, a los que albergan de lunes a viernes.

Los ejercicios del retiro me gustaron mucho y me revelaron aún más. Uno de ellos consistía en tener contacto físico con alguna compañera, y me di cuenta que me cuesta acercarme de esa manera, es como si le tuviera miedo a ese roce. Por eso hoy al dar un abrazo lo saboreo y me quedo un ratito en total conciencia de lo beneficiosos que son y lo bien que hacen sentir.

Una de la frases que usaba Cecilia era: No te sueltes de la mano del Señor, y esa frase me trae muchas veces a sentir que no estoy sola, que me tengo a mí misma y a Jesucristo, que con todo amor y bondad siempre me acompaña.

Estamos por celebrar su nacimiento y todos los hechos de aquella época me dicen que llegó a tiempo para sanar muchas de las injusticias que había.

Los que estamos alerta y creemos en las energías que fluyen en este mundo sabemos que él está siempre, y que por medio de eventos y personas recibimos los mensajes que necesitamos en el momento, pero vivimos una era de comprobación necia y mediocre que desperdicia la grandeza de lo que dice Dios constantemente en diferentes lenguajes. Su rostro está en el paisaje, en las demás personas (sobre todo en los niños) en los eventos.

Celebramos los que creemos y en estas fechas también los que no creen, porque estos festejos anuales son para todos y en grupos habrá quien sólo desee ver a la familia y amigos, descansar, comer y beber para romper la rutina, y otros celebraremos con el plus que todavía hay esperanza y que somos clave para que lleguemos a concretar los ideales que perseguimos.

Esta Navidad estoy fuera de muchas tradiciones que practicaba año con año, y feliz de saborear las fechas de otro modo.

Que esta Navidad nos lleguen los mensajes que debemos recibir, abriéndonos a la observación, apreciando los detalles diarios, y sobre todo agradeciendo lo que somos, lo que tenemos, pidiendo fuerzas y determinación para seguir en este camino con optimismo, rescatando la responsabilidad que cada cual tenemos con tantos regalos que nos rodean. Abrazo mi vida y no me suelto de la mano de Jesucristo, mi mayor regalo es vivir con amor y estar en paz. Y hoy digo sinceramente: Lo siento, Perdóname, Gracias, Te amo. Un mensaje para todos aquellos que se han cruzado en mi camino.

Les deseo una muy Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo, y que cada cual en el festejo que elijan se conecten con el Amor infinito de Dios.


Hace algunos años tomé un retiro espiritual dirigido por Cecilia Mijares en la Aldea Guarupa, en San Pablo de la Sierra, un lugar maravilloso en escenario, organización, limpieza y detalles llenos de amor a la vocación de la enseñanza. Es una escuela en la sierra muy cerca de San Juanito. Ahí, excelentes personas se dedican a la educación de niños y jóvenes, a los que albergan de lunes a viernes.

Los ejercicios del retiro me gustaron mucho y me revelaron aún más. Uno de ellos consistía en tener contacto físico con alguna compañera, y me di cuenta que me cuesta acercarme de esa manera, es como si le tuviera miedo a ese roce. Por eso hoy al dar un abrazo lo saboreo y me quedo un ratito en total conciencia de lo beneficiosos que son y lo bien que hacen sentir.

Una de la frases que usaba Cecilia era: No te sueltes de la mano del Señor, y esa frase me trae muchas veces a sentir que no estoy sola, que me tengo a mí misma y a Jesucristo, que con todo amor y bondad siempre me acompaña.

Estamos por celebrar su nacimiento y todos los hechos de aquella época me dicen que llegó a tiempo para sanar muchas de las injusticias que había.

Los que estamos alerta y creemos en las energías que fluyen en este mundo sabemos que él está siempre, y que por medio de eventos y personas recibimos los mensajes que necesitamos en el momento, pero vivimos una era de comprobación necia y mediocre que desperdicia la grandeza de lo que dice Dios constantemente en diferentes lenguajes. Su rostro está en el paisaje, en las demás personas (sobre todo en los niños) en los eventos.

Celebramos los que creemos y en estas fechas también los que no creen, porque estos festejos anuales son para todos y en grupos habrá quien sólo desee ver a la familia y amigos, descansar, comer y beber para romper la rutina, y otros celebraremos con el plus que todavía hay esperanza y que somos clave para que lleguemos a concretar los ideales que perseguimos.

Esta Navidad estoy fuera de muchas tradiciones que practicaba año con año, y feliz de saborear las fechas de otro modo.

Que esta Navidad nos lleguen los mensajes que debemos recibir, abriéndonos a la observación, apreciando los detalles diarios, y sobre todo agradeciendo lo que somos, lo que tenemos, pidiendo fuerzas y determinación para seguir en este camino con optimismo, rescatando la responsabilidad que cada cual tenemos con tantos regalos que nos rodean. Abrazo mi vida y no me suelto de la mano de Jesucristo, mi mayor regalo es vivir con amor y estar en paz. Y hoy digo sinceramente: Lo siento, Perdóname, Gracias, Te amo. Un mensaje para todos aquellos que se han cruzado en mi camino.

Les deseo una muy Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo, y que cada cual en el festejo que elijan se conecten con el Amor infinito de Dios.