/ jueves 9 de julio de 2020

Ineptitud en Parques y Jardines

Nunca como hoy fueron tan importantes los espacios verdes de la ciudad para la población. He observado un fenómeno curioso: las familias salen a comer en cualquier parque, cualquier día de la semana, a consecuencia del distanciamiento social que nos trajo este virus, con tal de sentir el aire libre. Sin embargo, me apena que en vez de que las personas se sienten en un pedazo de fresco pasto, se llevan sus sillas, porque, la mayoría de los parques, no tiene pasto, sino tierra reseca, suelta y llena de espinas, los famosos toritos.

Sé que por cuestión de idiosincrasia que ni los habitantes de la ciudad de Chihuahua, ni los que trabajan en el mantenimiento de los parques, es más, ni la misma presidente municipal, María Eugenia Campos, creen que estos espacios debieran estar bonitos y bien cuidados, en realidad, ésta última creo que ha de estar un poco miope porque, ni siquiera, los parques de por donde vive están en condiciones decentes, y le recuerdo, estimado lector, lectora, que el buen juez por su casa empieza. Es más, me atrevo a decir que muchos parques y camellones de la ciudad estuvieron en mejores condiciones en otros gobiernos municipales, y vaya que soy simpatizante del PAN, no porque sean los mejores, sino porque sé algo sobre la antropología del mexicano.

Me reuní con Carlos Valencia, el encargado de Parques y Jardines, para reclamarle sobre nuestro parque que está en unas condiciones deplorables con basura por todo el arroyo y los cordones rotos, me dio una lección de comportamiento humano sobre la teoría de las ventanas rotas, me quise reír, no de él, yo nunca me reiría de alguien con tan buena intención, sino con él, porque tiene verbo de político, pero en vez de aprenderse la teoría de las ventanas rotas, debiera aplicarla y además capacitarse en la teoría administrativa de la planeación, organización y control.

Amable lector, lectora reclame su derecho a un parque hermoso, donde se pueda sentar frescamente a ver pasar el Covid, esto porque usted paga sus impuestos, hable al teléfono de municipio y exija a Carlos Valencia que arreglen los camellones de su colonia, y los espacios verdes, no importa cuánto tiempo gaste usted, será mejor que desperdiciarlo viendo series sobre la fijación sexual gringa u ocurrencias de que mataron a alguien y hay que encontrar quién fue. Todo eso es aburrido. Lo verdadero está a nuestro alrededor con nuestros parques, recuerde que involucrarse y exigir hasta morir es lo único que nos queda a los mexicanos para que los trabajadores del municipio entiendan que tienen que hacer bien su trabajo y que, si están ahí porque un pariente o influyente los puso, no importa, sólo hagan bien su trabajo.

Si usted no reclama directamente a las instituciones, entonces es verdad que nos merecemos sentarnos en los toritos del parque.

www.silviagonzalez.com.mx

Nunca como hoy fueron tan importantes los espacios verdes de la ciudad para la población. He observado un fenómeno curioso: las familias salen a comer en cualquier parque, cualquier día de la semana, a consecuencia del distanciamiento social que nos trajo este virus, con tal de sentir el aire libre. Sin embargo, me apena que en vez de que las personas se sienten en un pedazo de fresco pasto, se llevan sus sillas, porque, la mayoría de los parques, no tiene pasto, sino tierra reseca, suelta y llena de espinas, los famosos toritos.

Sé que por cuestión de idiosincrasia que ni los habitantes de la ciudad de Chihuahua, ni los que trabajan en el mantenimiento de los parques, es más, ni la misma presidente municipal, María Eugenia Campos, creen que estos espacios debieran estar bonitos y bien cuidados, en realidad, ésta última creo que ha de estar un poco miope porque, ni siquiera, los parques de por donde vive están en condiciones decentes, y le recuerdo, estimado lector, lectora, que el buen juez por su casa empieza. Es más, me atrevo a decir que muchos parques y camellones de la ciudad estuvieron en mejores condiciones en otros gobiernos municipales, y vaya que soy simpatizante del PAN, no porque sean los mejores, sino porque sé algo sobre la antropología del mexicano.

Me reuní con Carlos Valencia, el encargado de Parques y Jardines, para reclamarle sobre nuestro parque que está en unas condiciones deplorables con basura por todo el arroyo y los cordones rotos, me dio una lección de comportamiento humano sobre la teoría de las ventanas rotas, me quise reír, no de él, yo nunca me reiría de alguien con tan buena intención, sino con él, porque tiene verbo de político, pero en vez de aprenderse la teoría de las ventanas rotas, debiera aplicarla y además capacitarse en la teoría administrativa de la planeación, organización y control.

Amable lector, lectora reclame su derecho a un parque hermoso, donde se pueda sentar frescamente a ver pasar el Covid, esto porque usted paga sus impuestos, hable al teléfono de municipio y exija a Carlos Valencia que arreglen los camellones de su colonia, y los espacios verdes, no importa cuánto tiempo gaste usted, será mejor que desperdiciarlo viendo series sobre la fijación sexual gringa u ocurrencias de que mataron a alguien y hay que encontrar quién fue. Todo eso es aburrido. Lo verdadero está a nuestro alrededor con nuestros parques, recuerde que involucrarse y exigir hasta morir es lo único que nos queda a los mexicanos para que los trabajadores del municipio entiendan que tienen que hacer bien su trabajo y que, si están ahí porque un pariente o influyente los puso, no importa, sólo hagan bien su trabajo.

Si usted no reclama directamente a las instituciones, entonces es verdad que nos merecemos sentarnos en los toritos del parque.

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