/ miércoles 11 de marzo de 2020

Inmersos

El tema del aborto me crispa la piel, pero en una comprensión que se entrelaza con todas las injusticias y los sin sentidos del mundo, me solidarizo con las mujeres que han pasado por esta dificilísima experiencia. ¿Cómo? ¿Acaso tú Roberta estás en pro del aborto? Y mi respuesta es un contundente no, un no que está plantado en una posición privilegiada y a la vez inconsciente que no sabe de las experiencias que viven o han vivido millones de mujeres que por una infinidad de razones se practican uno.

Inclusive yo en mi ignorancia creo haberlo hecho, cuando utilice métodos anticonceptivos que desechaban un óvulo ya fecundado. Mi útero estuvo ocupado con un dispositivo que no permitía que una vida en potencia encontrara el espacio para seguirse desarrollando, el 7 de cobre es el que yo elegí, pero estaba también el espiral y no se si otros más, o si siguen existiendo.

La intención era una planeación familiar “perfecta” donde solo se dejaba libre el útero cuando se quería otro bebé, esperar el momento conveniente.

A veces pienso en esos desarrollos trucados y me da cruda ¡No puedo mentir! Pienso en como hubieran sido esos niños que quisieron ser y no fueron. Y me quiero justificar por la ignorancia del momento, pero si volviera a esa situación, buscaría métodos de anticoncepción que no permitieran la fecundación del óvulo.

Hoy sigue habiendo métodos que truncan el embarazo aniquilando después de la concepción, pero infinidad de criterios sobrepasan ese detalle, porque el acto sexual es tan indispensable, tan natural, como irresponsable y neurótico.

Cuando sale este tema en una platica, me paralizo, porque no puedo decir que estoy a favor del aborto, pero tampoco me queda empuje para juzgar a las mujeres que se han practicado uno, o están por hacerlo, amo la vida y creo que es una manifestación divina ¡Pero definitivamente la seguridad de que formamos una unidad y que estamos todos inmersos en los problemas que nos aquejan! me incluye en lo que pasa ¡Nos incluye a todos lo queramos aceptar o no!

Me platican de mujeres que allá en la periferia y aquí en la ciudad han sido violadas, unas apenas son unas niñas y las embarazó un agresor de esos que no pueden conformarse con meterse a su mente cochina y buscar en su soledad saciarse ellos solitos con sus bajos instintos, sin dañar a nadie más, pero ¡Tiene que ser en vivo y a todo color sometiendo, lastimando, matando, cambiando rumbos de vida para siempre!. Me comentan que una joven de nivel económico alto, estuvo presionada ante un embarazo inconveniente y no le permitieron por ningún motivo echar a perder su vida y “ensuciar el apellido”. Me hablan de una madre soltera con 5 hijos que ya no tiene trabajo por estar de nuevo embarazada. Me dicen de las que mueren en un lugar clandestino donde en las peores condiciones les extraen el embarazo y de otra y de otra más, de muchas que desprotegidas por esta sociedad individualista luchan por simplemente sobrevivir. Oigo de individuos modernos que en su “educación” les enseñaron que no importa deshacerse de un embarazo, y lo adoptan como un acto intrascendente.

Y después en un vuelco de pensamientos me viene a la mente el varón, ese que derramando su semen a diestra y siniestra se desentiende de lo que ha dejado ¿Acaso estos hombres no son coparticipes del aborto? ¿A ellos como se les castiga? ¿Ellos que consecuencias sufren? Y no estoy hablando solo de criminales, de los que irrumpen y someten sin ningún consentimiento, sino de esos bien vestidos y peinaditos, seductores que son donadores irresponsables, esos que muchas veces ni se enteran que van a ser padres.

Esos que abortan la más grande responsabilidad de este mundo: hacerse cargo de un hijo. Los que provocan un abandono que llega a ser una tortura psicológica de rechazo muy fuerte para el niño o niña.

El aborto no es un tema personal, es una realidad social que incluye en cada caso a una mujer y a un hombre. Es la consecuencia de las alternativas que ofrecemos en conjunto. El aborto es un crimen en el que el mundo entero está involucrado. Si juzgan a una mujer que nos juzguen a todos.

El tema del aborto me crispa la piel, pero en una comprensión que se entrelaza con todas las injusticias y los sin sentidos del mundo, me solidarizo con las mujeres que han pasado por esta dificilísima experiencia. ¿Cómo? ¿Acaso tú Roberta estás en pro del aborto? Y mi respuesta es un contundente no, un no que está plantado en una posición privilegiada y a la vez inconsciente que no sabe de las experiencias que viven o han vivido millones de mujeres que por una infinidad de razones se practican uno.

Inclusive yo en mi ignorancia creo haberlo hecho, cuando utilice métodos anticonceptivos que desechaban un óvulo ya fecundado. Mi útero estuvo ocupado con un dispositivo que no permitía que una vida en potencia encontrara el espacio para seguirse desarrollando, el 7 de cobre es el que yo elegí, pero estaba también el espiral y no se si otros más, o si siguen existiendo.

La intención era una planeación familiar “perfecta” donde solo se dejaba libre el útero cuando se quería otro bebé, esperar el momento conveniente.

A veces pienso en esos desarrollos trucados y me da cruda ¡No puedo mentir! Pienso en como hubieran sido esos niños que quisieron ser y no fueron. Y me quiero justificar por la ignorancia del momento, pero si volviera a esa situación, buscaría métodos de anticoncepción que no permitieran la fecundación del óvulo.

Hoy sigue habiendo métodos que truncan el embarazo aniquilando después de la concepción, pero infinidad de criterios sobrepasan ese detalle, porque el acto sexual es tan indispensable, tan natural, como irresponsable y neurótico.

Cuando sale este tema en una platica, me paralizo, porque no puedo decir que estoy a favor del aborto, pero tampoco me queda empuje para juzgar a las mujeres que se han practicado uno, o están por hacerlo, amo la vida y creo que es una manifestación divina ¡Pero definitivamente la seguridad de que formamos una unidad y que estamos todos inmersos en los problemas que nos aquejan! me incluye en lo que pasa ¡Nos incluye a todos lo queramos aceptar o no!

Me platican de mujeres que allá en la periferia y aquí en la ciudad han sido violadas, unas apenas son unas niñas y las embarazó un agresor de esos que no pueden conformarse con meterse a su mente cochina y buscar en su soledad saciarse ellos solitos con sus bajos instintos, sin dañar a nadie más, pero ¡Tiene que ser en vivo y a todo color sometiendo, lastimando, matando, cambiando rumbos de vida para siempre!. Me comentan que una joven de nivel económico alto, estuvo presionada ante un embarazo inconveniente y no le permitieron por ningún motivo echar a perder su vida y “ensuciar el apellido”. Me hablan de una madre soltera con 5 hijos que ya no tiene trabajo por estar de nuevo embarazada. Me dicen de las que mueren en un lugar clandestino donde en las peores condiciones les extraen el embarazo y de otra y de otra más, de muchas que desprotegidas por esta sociedad individualista luchan por simplemente sobrevivir. Oigo de individuos modernos que en su “educación” les enseñaron que no importa deshacerse de un embarazo, y lo adoptan como un acto intrascendente.

Y después en un vuelco de pensamientos me viene a la mente el varón, ese que derramando su semen a diestra y siniestra se desentiende de lo que ha dejado ¿Acaso estos hombres no son coparticipes del aborto? ¿A ellos como se les castiga? ¿Ellos que consecuencias sufren? Y no estoy hablando solo de criminales, de los que irrumpen y someten sin ningún consentimiento, sino de esos bien vestidos y peinaditos, seductores que son donadores irresponsables, esos que muchas veces ni se enteran que van a ser padres.

Esos que abortan la más grande responsabilidad de este mundo: hacerse cargo de un hijo. Los que provocan un abandono que llega a ser una tortura psicológica de rechazo muy fuerte para el niño o niña.

El aborto no es un tema personal, es una realidad social que incluye en cada caso a una mujer y a un hombre. Es la consecuencia de las alternativas que ofrecemos en conjunto. El aborto es un crimen en el que el mundo entero está involucrado. Si juzgan a una mujer que nos juzguen a todos.