/ sábado 12 de mayo de 2018

La ejecución efectiva en el gobierno

“La visión sin ejecución es alucinación” - Thomas Edison; “Nada destruye más el respeto por el Gobierno… que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución” - Albert Einstein

La ejecución efectiva es hacer que las cosas sucedan como queremos en calidad, costo y tiempo; está muy ligada a “los cómo”, a la administración gubernamental. La tendencia en países comparables con México -cuyo progreso nos ha superado en los pasados 25 años- es generar cambios innovadores en las perspectivas y los procesos del sector público, contraria a la obsesión por atacar los problemas añejos con tácticas vetustas para, en el mejor de los casos, volver al pasado que eventualmente los originó.

El principal paso para que las cosas sucedan es materializar el pensamiento en acción, es construir los puentes que conecten la praxis con la visión, la normatividad y la estrategia. Si el gobierno es incapaz de ejecutar administrativamente, todo lo sustantivo se dificulta: los paupérrimos resultados en seguridad, salud, educación, desigualdad, corrupción, etc., indican que “algo” le falta a la forma política tradicional de gobernar. Comentamos algunos factores requeridos para articular los “cómo” aludidos.

La habilidad para administrar el cambio es ineludible; actualmente, apasionarse con la creatividad y la innovación es esencial para alcanzar el éxito. La historia fortalece el patriotismo, actitud sine qua non para diseñar e implementar políticas públicas democráticas efectivas.

Adecuar la estructura organizacional para apoyar la ejecución del cambio planeado. La estructura debe responder a las exigencias de la estrategia y propiciar el liderazgo transformador y ético; ésta es vital para la efectividad de los procesos operativos, de rendición de cuentas, de coordinación y de comunicación, todos ellos clave para hacer que las cosas sucedan.

Incorporar “las personas correctas” para las “decisiones correctas”. Ello implica un amplio espectro de perfiles y enfoques de especialistas dedicados a operar y a crear nuevas ideas y soluciones motu proprio y compartirlas, con honestidad, lealtad institucional y espíritu de equipo.

Alinear las acciones del líder con los valores y las prioridades institucionales. Los seguidores observan al líder buscando “señales” respecto a lo que es bueno, importante y apropiado; tienden a imitar el comportamiento del guía más que a obedecer lo que dice… la congruencia los motiva.

Instituir coordinación y colaboración en toda la organización, críticas para la ejecución exitosa. La comunicación demanda más que sólo buena fe y discursos. Las personas requieren compartir objetivos y sentirse como dueños de sus puestos definidos con claridad, para comprometerse con y sentirse responsables por los resultados de su trabajo. La empatía entre el personal depende de la conducta del líder y de sistemas que la promueven y refuerzan.

En conclusión, la mayoría de los líderes políticos saben que una visión energizante, junto con una estrategia realista, son vitales para gobernar bien. También entienden la necesidad de colaboradores leales dotados de las habilidades que exigen los diferentes puestos, incluyendo la sensibilidad para escuchar a los ciudadanos y usuarios y ofrecerles los bienes públicos que demandan. Sin embargo, tales prerrequisitos son insuficientes para ejecutar efectivamente. El éxito institucional también depende de lograr la mejor relación, integración y complementariedad, entre los procesos humanos, estratégicos y operativos. En suma, requiere de energía, compromiso, entusiasmo y sobre todo, de poner un énfasis muy claro en la ejecución.

¿Quién de los candidatos a la Presidencia de la República ha propuesto acciones realizables y cuenta con las habilidades para hacer que se ejecuten efectivamente? Su voto será la mejor respuesta.


“La visión sin ejecución es alucinación” - Thomas Edison; “Nada destruye más el respeto por el Gobierno… que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución” - Albert Einstein

La ejecución efectiva es hacer que las cosas sucedan como queremos en calidad, costo y tiempo; está muy ligada a “los cómo”, a la administración gubernamental. La tendencia en países comparables con México -cuyo progreso nos ha superado en los pasados 25 años- es generar cambios innovadores en las perspectivas y los procesos del sector público, contraria a la obsesión por atacar los problemas añejos con tácticas vetustas para, en el mejor de los casos, volver al pasado que eventualmente los originó.

El principal paso para que las cosas sucedan es materializar el pensamiento en acción, es construir los puentes que conecten la praxis con la visión, la normatividad y la estrategia. Si el gobierno es incapaz de ejecutar administrativamente, todo lo sustantivo se dificulta: los paupérrimos resultados en seguridad, salud, educación, desigualdad, corrupción, etc., indican que “algo” le falta a la forma política tradicional de gobernar. Comentamos algunos factores requeridos para articular los “cómo” aludidos.

La habilidad para administrar el cambio es ineludible; actualmente, apasionarse con la creatividad y la innovación es esencial para alcanzar el éxito. La historia fortalece el patriotismo, actitud sine qua non para diseñar e implementar políticas públicas democráticas efectivas.

Adecuar la estructura organizacional para apoyar la ejecución del cambio planeado. La estructura debe responder a las exigencias de la estrategia y propiciar el liderazgo transformador y ético; ésta es vital para la efectividad de los procesos operativos, de rendición de cuentas, de coordinación y de comunicación, todos ellos clave para hacer que las cosas sucedan.

Incorporar “las personas correctas” para las “decisiones correctas”. Ello implica un amplio espectro de perfiles y enfoques de especialistas dedicados a operar y a crear nuevas ideas y soluciones motu proprio y compartirlas, con honestidad, lealtad institucional y espíritu de equipo.

Alinear las acciones del líder con los valores y las prioridades institucionales. Los seguidores observan al líder buscando “señales” respecto a lo que es bueno, importante y apropiado; tienden a imitar el comportamiento del guía más que a obedecer lo que dice… la congruencia los motiva.

Instituir coordinación y colaboración en toda la organización, críticas para la ejecución exitosa. La comunicación demanda más que sólo buena fe y discursos. Las personas requieren compartir objetivos y sentirse como dueños de sus puestos definidos con claridad, para comprometerse con y sentirse responsables por los resultados de su trabajo. La empatía entre el personal depende de la conducta del líder y de sistemas que la promueven y refuerzan.

En conclusión, la mayoría de los líderes políticos saben que una visión energizante, junto con una estrategia realista, son vitales para gobernar bien. También entienden la necesidad de colaboradores leales dotados de las habilidades que exigen los diferentes puestos, incluyendo la sensibilidad para escuchar a los ciudadanos y usuarios y ofrecerles los bienes públicos que demandan. Sin embargo, tales prerrequisitos son insuficientes para ejecutar efectivamente. El éxito institucional también depende de lograr la mejor relación, integración y complementariedad, entre los procesos humanos, estratégicos y operativos. En suma, requiere de energía, compromiso, entusiasmo y sobre todo, de poner un énfasis muy claro en la ejecución.

¿Quién de los candidatos a la Presidencia de la República ha propuesto acciones realizables y cuenta con las habilidades para hacer que se ejecuten efectivamente? Su voto será la mejor respuesta.