/ domingo 20 de octubre de 2019

La mejor religión

Un día le preguntaron al dalai lama, la principal cabeza del budismo, que cuál era la mejor religión, su interlocutor esperaba un largo sermón sobre los beneficios de seguir la filosofía de Buda, sin embargo, contestó que para él la mejor religión es la que nos hace mejores personas.

El budismo es una religión que conlleva hacer un estudio sistemático de nuestra mente, no la de Dios ni la del vecino, sino nuestra propia mente, y lo único que distingue el budismo de otras religiones es que considera que la manera de alcanzar la felicidad es, precisamente, mediante el entrenamiento de nuestra mente. Cuando Siddhartha Gautama, el primer Buda reconocido, se dio cuenta de que la mente es la verdadera creadora del sufrimiento y la felicidad, se levantó de su pose de faquir y se dedicó, durante cuarenta años a perfeccionar y compartir su método, que por cierto conlleva mucha dedicación y esfuerzo, y cómo no, si se trata de nuestra propia y desconocida mente. Para conocer nuestra mente serían horas y horas de retiros, mantras, lecciones, prácticas. Lo mejor del budismo es que el examen nos lo hace nuestro propio comportamiento, es decir, si eres alegre y feliz a pesar de la adversidad, o en medio de un embotellamiento, ah, entonces estás haciendo bien tu tarea budista. En el budismo nunca el otro va a tener la culpa de nuestro sufrimiento así nos haya secuestrado, porque debiéramos tener compasión o amor compasivo por tal persona y la situación que lo llevó a actuar así. Ve usted, querido lector, lectora, cómo suena bonito. Lo difícil es llevarlo a cabo.

La razón de practicar una religión es la búsqueda de la felicidad porque creemos que hay algo exterior que nos la dará un santo, un milagro, una persona, una posición económica, y es verdad que dan felicidad, pero cuando el santo no nos conceda el favor, las personas queridas mueran y la posición económica cambie, sufriremos por ello, por eso el budismo señala que la felicidad y el sufrimiento dependen de entrenar la mente y no de las cosas que nos sucedan o de las personas a nuestro alrededor.

Difícil de creer, pero usted ha visto que personas que tienen belleza, amor y dinero, son tan infelices que se drogan.

Buda, que significa el despierto, no es el gordito feliz que usan los chinos para atraer la buena suerte, ni el espigado y sonriente que está sentado en postura de loto. Budas ha habido muchos, y la base principal de sus enseñanzas es hacernos reconocer que tenemos la capacidad de despertar o iluminarnos como él, estar en el nirvana aquí mismo en este mundo, en este mes de octubre del 2019. Todos somos budas en potencia. Como en la religión católica todos podemos, por nuestras buenas acciones, llegar a ser santos.

Querido lector, lectora, le platico del budismo porque ya viene la Feria del Libro, y ahora sí presentaré mi novela Un Rayo en la Pradera, y es una historia que se desarrolla en Tíbet, cuando fue invadida por la China comunista. Las presentaciones de libros son equivalentes a una fiesta de cumpleaños con todo y piñata para un niño de cinco años, así que lo invito a mi fiesta este 30 de octubre a las siete de la tarde en el Centro de Convenciones.

Namasté.

www.silviagonzalez.com.mx

Un día le preguntaron al dalai lama, la principal cabeza del budismo, que cuál era la mejor religión, su interlocutor esperaba un largo sermón sobre los beneficios de seguir la filosofía de Buda, sin embargo, contestó que para él la mejor religión es la que nos hace mejores personas.

El budismo es una religión que conlleva hacer un estudio sistemático de nuestra mente, no la de Dios ni la del vecino, sino nuestra propia mente, y lo único que distingue el budismo de otras religiones es que considera que la manera de alcanzar la felicidad es, precisamente, mediante el entrenamiento de nuestra mente. Cuando Siddhartha Gautama, el primer Buda reconocido, se dio cuenta de que la mente es la verdadera creadora del sufrimiento y la felicidad, se levantó de su pose de faquir y se dedicó, durante cuarenta años a perfeccionar y compartir su método, que por cierto conlleva mucha dedicación y esfuerzo, y cómo no, si se trata de nuestra propia y desconocida mente. Para conocer nuestra mente serían horas y horas de retiros, mantras, lecciones, prácticas. Lo mejor del budismo es que el examen nos lo hace nuestro propio comportamiento, es decir, si eres alegre y feliz a pesar de la adversidad, o en medio de un embotellamiento, ah, entonces estás haciendo bien tu tarea budista. En el budismo nunca el otro va a tener la culpa de nuestro sufrimiento así nos haya secuestrado, porque debiéramos tener compasión o amor compasivo por tal persona y la situación que lo llevó a actuar así. Ve usted, querido lector, lectora, cómo suena bonito. Lo difícil es llevarlo a cabo.

La razón de practicar una religión es la búsqueda de la felicidad porque creemos que hay algo exterior que nos la dará un santo, un milagro, una persona, una posición económica, y es verdad que dan felicidad, pero cuando el santo no nos conceda el favor, las personas queridas mueran y la posición económica cambie, sufriremos por ello, por eso el budismo señala que la felicidad y el sufrimiento dependen de entrenar la mente y no de las cosas que nos sucedan o de las personas a nuestro alrededor.

Difícil de creer, pero usted ha visto que personas que tienen belleza, amor y dinero, son tan infelices que se drogan.

Buda, que significa el despierto, no es el gordito feliz que usan los chinos para atraer la buena suerte, ni el espigado y sonriente que está sentado en postura de loto. Budas ha habido muchos, y la base principal de sus enseñanzas es hacernos reconocer que tenemos la capacidad de despertar o iluminarnos como él, estar en el nirvana aquí mismo en este mundo, en este mes de octubre del 2019. Todos somos budas en potencia. Como en la religión católica todos podemos, por nuestras buenas acciones, llegar a ser santos.

Querido lector, lectora, le platico del budismo porque ya viene la Feria del Libro, y ahora sí presentaré mi novela Un Rayo en la Pradera, y es una historia que se desarrolla en Tíbet, cuando fue invadida por la China comunista. Las presentaciones de libros son equivalentes a una fiesta de cumpleaños con todo y piñata para un niño de cinco años, así que lo invito a mi fiesta este 30 de octubre a las siete de la tarde en el Centro de Convenciones.

Namasté.

www.silviagonzalez.com.mx