/ lunes 20 de junio de 2022

Mejor pensemos en 2030

Por: Amín Anchondo

Es lamentable la actitud que tomaron los presidentes del PRI y PAN ante la derrota que obtuvieron en la última elección. Aferrarse al poder del partido a costa de las derrotas y pérdidas de simpatizantes. Ellos saben perfectamente que no ganarán en 2024 y que al disminuir sus partidos al mínimo, ellos podrían apoderarse completamente de lo que quede de ellos.

Esa actitud demuestra el poco interés que existe por el legado, las luchas, la historia, los simpatizantes y los militantes de esos partidos. No importa lo que pase, ellos creen que son los indicados para manejar el barco.

La cosa es que todo el país está desesperado porque no existe una oposición que genere ya no un contrapeso, sino mínimo una narrativa diferente a la presidencial. Eso se generó por querer crear un Frankenstein aritmético para poder ganar algunas posiciones, pero que a mediano plazo no funcionó. Esto sucede siempre que se quiere hacer las cosas rápido, sin fijarse en los fondos y formas.

La confianza se gana con el tiempo y se pierde en un segundo, bajo esta premisa deberíamos comprender que devolver la confianza a los partidos que ya han tenido la oportunidad de gobernar (PAN y PRI) va a tardar. Pero será aún más lento si hay una confusión en sus militantes al estar defendiendo a sus acérrimos rivales o no entendiendo qué ideales son los que defienden. Si en tres años no se ha logrado amalgamar, dudo mucho que en dos más lo logren contemplando la crisis por la que está pasando la alianza.

Por eso se debe pensar cómo reconstruir la oposición con miras a lograr un avance en 2024 y retomar el gobierno en 2030. Creo que eso es factible si se vuelven a las bases. Si se retoman los ideales a pesar de los resultados electorales del corto plazo. Se tiene que sacrificar algo para poder lograr el objetivo a largo plazo, de lo contrario sólo es aletargar la muerte de estos partidos.

La orfandad política que siente la ciudadanía, ha desarrollado una desesperanza y un sentimiento de impotencia ante los retos que está viviendo el país. Esto tampoco es fácil para los partidos políticos porque de entrada por el simple hecho de ser partidos políticos ya están desprestigiados y estigmatizados. Pero si le sumas la arrogancia de los dirigentes, pues será casi imposible. Ellos viven en una realidad alterna que evita sentir lo que sentimos la ciudadanía común. Eso genera una desconexión y eso es causa de la apatía.

Necesitamos despertar a los militantes de los partidos para que desde adentro creen revoluciones que logren encauzar las acciones a una mejor ruta. Viene desde ahí el cambio, pero existe un sometimiento increíble que evita las opiniones, los contrastes y mucho menos los cambios desde la militancia a sus dirigencias. Si hablas, te va mal. Esta nueva ley marcial interna del PRI y PAN sólo va a generar una gran derrota de la cual será muy difícil reponerse. Volvamos a lo básico y a las causas. Generen los cambios desde adentro para acabar con la arrogancia y encauzar la nueva ruta.


Por: Amín Anchondo

Es lamentable la actitud que tomaron los presidentes del PRI y PAN ante la derrota que obtuvieron en la última elección. Aferrarse al poder del partido a costa de las derrotas y pérdidas de simpatizantes. Ellos saben perfectamente que no ganarán en 2024 y que al disminuir sus partidos al mínimo, ellos podrían apoderarse completamente de lo que quede de ellos.

Esa actitud demuestra el poco interés que existe por el legado, las luchas, la historia, los simpatizantes y los militantes de esos partidos. No importa lo que pase, ellos creen que son los indicados para manejar el barco.

La cosa es que todo el país está desesperado porque no existe una oposición que genere ya no un contrapeso, sino mínimo una narrativa diferente a la presidencial. Eso se generó por querer crear un Frankenstein aritmético para poder ganar algunas posiciones, pero que a mediano plazo no funcionó. Esto sucede siempre que se quiere hacer las cosas rápido, sin fijarse en los fondos y formas.

La confianza se gana con el tiempo y se pierde en un segundo, bajo esta premisa deberíamos comprender que devolver la confianza a los partidos que ya han tenido la oportunidad de gobernar (PAN y PRI) va a tardar. Pero será aún más lento si hay una confusión en sus militantes al estar defendiendo a sus acérrimos rivales o no entendiendo qué ideales son los que defienden. Si en tres años no se ha logrado amalgamar, dudo mucho que en dos más lo logren contemplando la crisis por la que está pasando la alianza.

Por eso se debe pensar cómo reconstruir la oposición con miras a lograr un avance en 2024 y retomar el gobierno en 2030. Creo que eso es factible si se vuelven a las bases. Si se retoman los ideales a pesar de los resultados electorales del corto plazo. Se tiene que sacrificar algo para poder lograr el objetivo a largo plazo, de lo contrario sólo es aletargar la muerte de estos partidos.

La orfandad política que siente la ciudadanía, ha desarrollado una desesperanza y un sentimiento de impotencia ante los retos que está viviendo el país. Esto tampoco es fácil para los partidos políticos porque de entrada por el simple hecho de ser partidos políticos ya están desprestigiados y estigmatizados. Pero si le sumas la arrogancia de los dirigentes, pues será casi imposible. Ellos viven en una realidad alterna que evita sentir lo que sentimos la ciudadanía común. Eso genera una desconexión y eso es causa de la apatía.

Necesitamos despertar a los militantes de los partidos para que desde adentro creen revoluciones que logren encauzar las acciones a una mejor ruta. Viene desde ahí el cambio, pero existe un sometimiento increíble que evita las opiniones, los contrastes y mucho menos los cambios desde la militancia a sus dirigencias. Si hablas, te va mal. Esta nueva ley marcial interna del PRI y PAN sólo va a generar una gran derrota de la cual será muy difícil reponerse. Volvamos a lo básico y a las causas. Generen los cambios desde adentro para acabar con la arrogancia y encauzar la nueva ruta.