/ viernes 9 de abril de 2021

Niñez y violencia, un problema urgente

La violencia en nuestra sociedad parece no tener fin. Pero lo más lamentable es que está dañando al futuro de este mundo, a nuestros niños y adolescentes, en quienes debemos aplicar el mayor esfuerzo formativo, protegiendo su libertad y sus derechos.

Según la Unicef, en su documento “Protección contra la violencia”, seis de cada diez niños y adolescentes en México han sido víctimas de violencia, pese a tener el derecho a una vida libre de violencia y a la integridad personal, de acuerdo con la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.

La crisis de Derechos Humanos afecta de manera más sensible a nuestros niños, un sector poblacional que, por su naturaleza, es muy vulnerable, sobre todo en cuanto a la violencia. Cotidianamente hay noticias lamentables, sea por maltrato físico o emocional, abuso sexual u omisión de cuidados.

La Organización Mundial de la Salud, en una publicación que lleva por título “Violencia contra los niños”, publicada en junio del año pasado, sostiene que “la violencia sufrida en la infancia afecta a la salud y el bienestar a lo largo de toda la vida” y que “se han recogido pruebas en todo el mundo que demuestran que la violencia contra los niños se puede prevenir”.

Los efectos de la violencia en los infantes, de acuerdo con la mencionada fuente, van desde muertes y lesiones graves, hasta los trastornos cerebrales y nerviosos, así como embarazos no deseados y enfermedades no transmisibles al llegar a la edad madura.

Por su parte, el Informe sobre la situación mundial de la Prevención de la Violencia contra los Niños 2020 expone que los niños que han sufrido violencia están en mayor riesgo de tener trastornos mentales y trastornos por ansiedad.

Dicho documento advierte que las víctimas de violencia en su infancia están bajo el riesgo de alcoholismo y drogadicción, lo mismo que de conductas sexuales riesgosas, enfermedades crónicas e infecciosas, y problemas sociales.

Ante datos alarmantes, como el de que la mitad de la población mundial de 2 a 17 años de edad es víctima de violencia, surgió un plan de organismos internacionales para atender la problemática.

El plan internacional llamado INSPIRE, en su resumen de orientación publicado por la Organización Panamericana de la Salud en el 2017, expone las siete estrategias contra la violencia hacia niños y adolescentes (de las cuales surge su nombre).

Dichas estrategias son: implementación y vigilancia del cumplimiento de las leyes; normas y valores; seguridad en el entorno; padres, madres y cuidadores reciben apoyo; ingresos y fortalecimiento económico; respuesta de los servicios de atención y apoyo, y educación y aptitudes para la vida.

Siete estrategias a las que cada país debe enfocarse para resolver hasta lo posible, o bien eliminar, el problema de la violencia hacia nuestros niños y adolescentes. Una misión tan grande como su urgencia.

La violencia en nuestra sociedad parece no tener fin. Pero lo más lamentable es que está dañando al futuro de este mundo, a nuestros niños y adolescentes, en quienes debemos aplicar el mayor esfuerzo formativo, protegiendo su libertad y sus derechos.

Según la Unicef, en su documento “Protección contra la violencia”, seis de cada diez niños y adolescentes en México han sido víctimas de violencia, pese a tener el derecho a una vida libre de violencia y a la integridad personal, de acuerdo con la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.

La crisis de Derechos Humanos afecta de manera más sensible a nuestros niños, un sector poblacional que, por su naturaleza, es muy vulnerable, sobre todo en cuanto a la violencia. Cotidianamente hay noticias lamentables, sea por maltrato físico o emocional, abuso sexual u omisión de cuidados.

La Organización Mundial de la Salud, en una publicación que lleva por título “Violencia contra los niños”, publicada en junio del año pasado, sostiene que “la violencia sufrida en la infancia afecta a la salud y el bienestar a lo largo de toda la vida” y que “se han recogido pruebas en todo el mundo que demuestran que la violencia contra los niños se puede prevenir”.

Los efectos de la violencia en los infantes, de acuerdo con la mencionada fuente, van desde muertes y lesiones graves, hasta los trastornos cerebrales y nerviosos, así como embarazos no deseados y enfermedades no transmisibles al llegar a la edad madura.

Por su parte, el Informe sobre la situación mundial de la Prevención de la Violencia contra los Niños 2020 expone que los niños que han sufrido violencia están en mayor riesgo de tener trastornos mentales y trastornos por ansiedad.

Dicho documento advierte que las víctimas de violencia en su infancia están bajo el riesgo de alcoholismo y drogadicción, lo mismo que de conductas sexuales riesgosas, enfermedades crónicas e infecciosas, y problemas sociales.

Ante datos alarmantes, como el de que la mitad de la población mundial de 2 a 17 años de edad es víctima de violencia, surgió un plan de organismos internacionales para atender la problemática.

El plan internacional llamado INSPIRE, en su resumen de orientación publicado por la Organización Panamericana de la Salud en el 2017, expone las siete estrategias contra la violencia hacia niños y adolescentes (de las cuales surge su nombre).

Dichas estrategias son: implementación y vigilancia del cumplimiento de las leyes; normas y valores; seguridad en el entorno; padres, madres y cuidadores reciben apoyo; ingresos y fortalecimiento económico; respuesta de los servicios de atención y apoyo, y educación y aptitudes para la vida.

Siete estrategias a las que cada país debe enfocarse para resolver hasta lo posible, o bien eliminar, el problema de la violencia hacia nuestros niños y adolescentes. Una misión tan grande como su urgencia.