/ martes 25 de septiembre de 2018

Ortografía e historia

Dos letreros bajo las imágenes de la pantalla televisiva, uno en programa local y el otro nacional, casi a la misma hora. Ambos con sendas y patentes faltas de ortografía. Al día siguiente en la cabeza de una nota en un periódico lo mismo.

No es la primera vez que sucede. En el periódico puede pasar, dada la premura por mandar a imprenta sus páginas; en la televisión el caso es más delicado. Pensamos que los encargados de realizar los letreros, y aunque al mejor cocinero se le va un tomate, pueden –y deben- poner cuidado para evitar esas faltas que desmerecen ante los ojos del público, y que pueden influir a los televidentes al pensar que tal o cual palabra o expresión así se escriben. Eso en el lenguaje escrito, porque en el hablado a algunos locutores, conductores o comentaristas se les escapan algunos términos en cuanto a su pronunciación o significado.

Sabemos que para algunos no es de interés el asunto y lo mismo les da escribir “onrado” así (lo acabamos de ver publicado en una página de internet) o con h, sin embargo para otros más sí tiene importancia dado que muchos niños, jóvenes o adultos, estudiantes o no -y aun profesionistas- mantienen una ortografía y una redacción que deja mucho que desear, y además un lenguaje pobre al comunicarse con sus semejantes.

Los avances tecnológicos, muy buenos como herramientas, han propiciado que la escritura, las reglas ortográficas y la manera de expresarse se den como sea, “haiga sido como haiga sido”, como alguien diría, y más de 100 mexicanos “dijieron”. Esperamos que quienes leen tomen en cuenta lo anterior.

Cambiando de tema, ya que estamos en el mes de la patria, habrá que revisar algunas páginas de nuestra historia que a lo largo del tiempo se han tergiversado, y se han presentado algunos hechos como oficiales. En una revisión de historiadores serios e imparciales algunos personajes no se comportaron como nos lo pintan y han hecho creer, y su calidad de héroes impolutos no es tal, o bien otros han sido denostados o enterrados por la historia oficial.

La historia es la historia y los hechos son los hechos, tal como acontecieron, y así deben presentarse sin manipulaciones ni adornos externos, ubicados en el contexto de su tiempo. Ojalá puedan exponerse sin verdades a medias a las nuevas generaciones. ¿Lo ven?




Dos letreros bajo las imágenes de la pantalla televisiva, uno en programa local y el otro nacional, casi a la misma hora. Ambos con sendas y patentes faltas de ortografía. Al día siguiente en la cabeza de una nota en un periódico lo mismo.

No es la primera vez que sucede. En el periódico puede pasar, dada la premura por mandar a imprenta sus páginas; en la televisión el caso es más delicado. Pensamos que los encargados de realizar los letreros, y aunque al mejor cocinero se le va un tomate, pueden –y deben- poner cuidado para evitar esas faltas que desmerecen ante los ojos del público, y que pueden influir a los televidentes al pensar que tal o cual palabra o expresión así se escriben. Eso en el lenguaje escrito, porque en el hablado a algunos locutores, conductores o comentaristas se les escapan algunos términos en cuanto a su pronunciación o significado.

Sabemos que para algunos no es de interés el asunto y lo mismo les da escribir “onrado” así (lo acabamos de ver publicado en una página de internet) o con h, sin embargo para otros más sí tiene importancia dado que muchos niños, jóvenes o adultos, estudiantes o no -y aun profesionistas- mantienen una ortografía y una redacción que deja mucho que desear, y además un lenguaje pobre al comunicarse con sus semejantes.

Los avances tecnológicos, muy buenos como herramientas, han propiciado que la escritura, las reglas ortográficas y la manera de expresarse se den como sea, “haiga sido como haiga sido”, como alguien diría, y más de 100 mexicanos “dijieron”. Esperamos que quienes leen tomen en cuenta lo anterior.

Cambiando de tema, ya que estamos en el mes de la patria, habrá que revisar algunas páginas de nuestra historia que a lo largo del tiempo se han tergiversado, y se han presentado algunos hechos como oficiales. En una revisión de historiadores serios e imparciales algunos personajes no se comportaron como nos lo pintan y han hecho creer, y su calidad de héroes impolutos no es tal, o bien otros han sido denostados o enterrados por la historia oficial.

La historia es la historia y los hechos son los hechos, tal como acontecieron, y así deben presentarse sin manipulaciones ni adornos externos, ubicados en el contexto de su tiempo. Ojalá puedan exponerse sin verdades a medias a las nuevas generaciones. ¿Lo ven?