En la reunión de 2015 de la ONU se creó la Agenda 2030 que pretende alcanzar las “3 P”, o sea prosperidad para todos, personas con igualdad de derechos y protección al planeta. La meta es llegar al 2030 sin pobreza, sin desigualdad y sin cambio climático.
Ahí se establecieron los ODS, los Objetivos del Desarrollo Sostenible, que son 17, y se firmaron por 193 países, en Nueva York. Estos objetivos involucran a los países ricos para terminar con la pobreza, promover la igualdad y respetar el planeta. Lo bueno aquí es que el combate a la pobreza, la desigualdad y el cambio climático se volvieron el eje del mundo a lo que se dirigirán las energías de los gobiernos firmantes, algunos de ellos muy poderosos.
Digno de mencionarse es que, al fin, se han puesto de acuerdo y han reconocido que es inhumano que en los países ricos haya tanto desperdicio de comida y bienes, mientras en otros hay hambre y escasez, y que no es posible que haya mujeres esclavizadas por cuestiones religiosas en pleno 2019, ni que viendo derretir los polos sigamos quemando petróleo.
La civilización del ser humano, o lo que yo llamo pasar de animal salvaje a un ser espiritual, es un camino muy lento, vamos aprendiendo y tropezando, devolviéndonos y avanzando, porque para llegar a seres espirituales primero tenemos que tener suplidas nuestras necesidades primarias como comida, vestido, refugio, seguridad, y eso lleva tiempo, pero sólo entonces procederemos a desarrollar nuestra naturaleza espiritual. Y se preguntará usted, estimado lector, lectora, y don Ángel Luna, mi puntual lector, ¿qué pasa con esas personas que ya tienen suplidas sus necesidades primarias y no se ve que desarrollen su espiritualidad? Seguro que usted mismo tiene la respuesta porque sobran ejemplos para señalar: andan por ahí enfermas, drogadas o haciendo guerras familiares o mundiales.
Enhorabuena por el mundo con las intenciones de la agenda 2030 de la ONU.
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