/ jueves 8 de marzo de 2018

Reflexiones sobre el Día de la Familia

Seguramente que ya anteriormente he escrito sobre el Día de la Familia, pero es inevitable que en el día que se celebra a la familia trate sobre este tema que es sumamente importante, ya que el núcleo familiar es la base y el fundamento de nuestra sociedad y, lamentablemente, como lo comenté a propósito del Día del Padre, la familia es una institución que va en decadencia; es cada vez mayor el número de familias monoparentales, encabezadas principalmente por la madre soltera, viuda o divorciada, y los que sufren las consecuencias de esta situación son los pequeños que ignoran la causa por la que no tienen el apoyo del padre, cuando ven a sus amigos y compañeros felices, viviendo con sus padres y hermanos; lo importante no son los bienes materiales de que dispongan, sino la convivencia familiar, y como consecuencia de ello, heredarán los bienes materiales y en especial, los bienes espirituales que los hagan gozar de la vida a plenitud.

Muchas señoras que solicitan ayuda de la Fundación ANI A.C. son madres solas que tienen problemas de salud y no tienen la posibilidad de solventar los gastos para el tratamiento de sus enfermedades; llegan con dificultad a mi consultorio, que es la oficina de la fundación, después de bajarse de un autobús y caminar varias cuadras; a veces, después  de darles alguna ayuda, les pido un taxi para que les regrese a su casa y otras veces llegan en un automóvil que conduce un familiar o una amistad.

Ha de ser verdaderamente doloroso padecer una enfermedad en plena soledad sin el apoyo de la familia, del esposo, de los hijos y también, en ocasiones, de los nietos.

Creo que es un deber moral inculcar a nuestros hijos el valor de la familia, la convivencia a la hora de la cena principalmente, ya que muchos de ellos por razón de sus estudios no pueden estar a la hora de la comida y en el desayuno; todos, inclusive los padres, salen apurados al trabajo o a la escuela.

También hay que aprovechar los domingos y de acuerdo a su religión asistir a los servicios religiosos, y en el caso de quienes profesan la religión católica, a la misa; comentar en la casa sobre el evangelio y las lecturas y a la hora de la comida agradecerle a Dios Nuestro Señor la oportunidad de tener alimentos en la mesa.

Creo que las principales enseñanzas se “maman” en el seno de la familia y que no hay que dejar de aprovechar todas esas oportunidades.

Como lo he comentado, ciertos temas que abordo en mis colaboraciones son muy reiterativos pero seguramente que muchas personas, principalmente los jóvenes, no los han leído con anterioridad, por lo que creo que sí se justifica que los repita.

Ojalá que todos pudiéramos convivir en familia.

 

Seguramente que ya anteriormente he escrito sobre el Día de la Familia, pero es inevitable que en el día que se celebra a la familia trate sobre este tema que es sumamente importante, ya que el núcleo familiar es la base y el fundamento de nuestra sociedad y, lamentablemente, como lo comenté a propósito del Día del Padre, la familia es una institución que va en decadencia; es cada vez mayor el número de familias monoparentales, encabezadas principalmente por la madre soltera, viuda o divorciada, y los que sufren las consecuencias de esta situación son los pequeños que ignoran la causa por la que no tienen el apoyo del padre, cuando ven a sus amigos y compañeros felices, viviendo con sus padres y hermanos; lo importante no son los bienes materiales de que dispongan, sino la convivencia familiar, y como consecuencia de ello, heredarán los bienes materiales y en especial, los bienes espirituales que los hagan gozar de la vida a plenitud.

Muchas señoras que solicitan ayuda de la Fundación ANI A.C. son madres solas que tienen problemas de salud y no tienen la posibilidad de solventar los gastos para el tratamiento de sus enfermedades; llegan con dificultad a mi consultorio, que es la oficina de la fundación, después de bajarse de un autobús y caminar varias cuadras; a veces, después  de darles alguna ayuda, les pido un taxi para que les regrese a su casa y otras veces llegan en un automóvil que conduce un familiar o una amistad.

Ha de ser verdaderamente doloroso padecer una enfermedad en plena soledad sin el apoyo de la familia, del esposo, de los hijos y también, en ocasiones, de los nietos.

Creo que es un deber moral inculcar a nuestros hijos el valor de la familia, la convivencia a la hora de la cena principalmente, ya que muchos de ellos por razón de sus estudios no pueden estar a la hora de la comida y en el desayuno; todos, inclusive los padres, salen apurados al trabajo o a la escuela.

También hay que aprovechar los domingos y de acuerdo a su religión asistir a los servicios religiosos, y en el caso de quienes profesan la religión católica, a la misa; comentar en la casa sobre el evangelio y las lecturas y a la hora de la comida agradecerle a Dios Nuestro Señor la oportunidad de tener alimentos en la mesa.

Creo que las principales enseñanzas se “maman” en el seno de la familia y que no hay que dejar de aprovechar todas esas oportunidades.

Como lo he comentado, ciertos temas que abordo en mis colaboraciones son muy reiterativos pero seguramente que muchas personas, principalmente los jóvenes, no los han leído con anterioridad, por lo que creo que sí se justifica que los repita.

Ojalá que todos pudiéramos convivir en familia.