/ lunes 23 de agosto de 2021

Ser fundadores y no destinatarios

Por: Amín Anchondo

Cuando se participa de manera directa en la política, son muchos los estímulos que te hacen pensar por un momento que las decisiones que tomas y las acciones que emprendes van a generar beneficios y reconocimientos inmediatos. Sin embargo, quienes apelan a esta visión cortoplacista del quehacer público son las mismas personas que suelen tomar atajos, y que ponen por encima del interés público sus intereses personales.

Durante estos años en el servicio público me ha quedado claro que el deber cumplido no puede medirse en función de aplausos o popularidad; debe ser medido en su justa proporción a partir de razonamientos claros, de congruencia entre lo que se dice y lo que se hace y de la calidad ética en el desempeño de las funciones.

Las acciones de las administraciones son las que hablan a nombre de todo el equipo, pero serán las personas quienes evaluarán en su momento los alcances del trabajo realizado. Esto también nos lleva a reflexionar sobre lo que debemos de hacer como sociedad para cambiar el tipo de factores con los que evaluamos a un gobierno.

Las evaluaciones de un buen gobierno se deben dar con números oficiales de reducción de pobreza, de personas con acceso a servicios públicos, educativos, de salud, etc. Debemos de dejar de evaluar gobiernos con obras de relumbrón o monumentos que sólo benefician a unos cuantos. Cuando esto suceda entonces la política cambiará y la ciudadanía estará mejor. Pero mientras tanto aplica el “Al pueblo, pan y circo”.

A veces en Chihuahua creemos que todo está mal o que vamos para atrás, pero la realidad es otra. Cuando nos comparamos con otros estados del país nos damos cuenta que vamos muy bien. Pero si logramos una buena evaluación social en cuestión de calificar gobiernos, podremos avanzar más rápido.

Pero no nos desesperemos, la política es ingrata y de mediano plazo. Los cambios se comienzan a ver con el tiempo, pero estamos mal acostumbrados a querer resultados muy pronto. Por eso nos es difícil hacer planes municipales o estatales de desarrollo de largo plazo. Por eso la visión debe ser de fundadores de cambios y no de beneficiarios o destinatarios de los mismos.

Creo que en el servicio público debe existir una congruencia para avanzar con rectitud, sin embargo, muchas veces nos topamos con que es más rentable tomar esos atajos, utilizando el poder público y las investiduras de cargos públicos para avanzar antes, ignorando esa congruencia, la cual termina siendo sólo un costo que muchos están dispuestos a asumir. Pero el tiempo pone todo en su lugar y cuando antepones el bien común al bien personal y tienes la paciencia de aguantar hasta ver resultados, es entonces cuando podrás tener la satisfacción del deber cumplido.

Siempre lo he dicho: un buen político es aquel que está dispuesto a sacrificar su carrera por sus convicciones. Porque las causas no son compatibles con los cálculos.


Por: Amín Anchondo

Cuando se participa de manera directa en la política, son muchos los estímulos que te hacen pensar por un momento que las decisiones que tomas y las acciones que emprendes van a generar beneficios y reconocimientos inmediatos. Sin embargo, quienes apelan a esta visión cortoplacista del quehacer público son las mismas personas que suelen tomar atajos, y que ponen por encima del interés público sus intereses personales.

Durante estos años en el servicio público me ha quedado claro que el deber cumplido no puede medirse en función de aplausos o popularidad; debe ser medido en su justa proporción a partir de razonamientos claros, de congruencia entre lo que se dice y lo que se hace y de la calidad ética en el desempeño de las funciones.

Las acciones de las administraciones son las que hablan a nombre de todo el equipo, pero serán las personas quienes evaluarán en su momento los alcances del trabajo realizado. Esto también nos lleva a reflexionar sobre lo que debemos de hacer como sociedad para cambiar el tipo de factores con los que evaluamos a un gobierno.

Las evaluaciones de un buen gobierno se deben dar con números oficiales de reducción de pobreza, de personas con acceso a servicios públicos, educativos, de salud, etc. Debemos de dejar de evaluar gobiernos con obras de relumbrón o monumentos que sólo benefician a unos cuantos. Cuando esto suceda entonces la política cambiará y la ciudadanía estará mejor. Pero mientras tanto aplica el “Al pueblo, pan y circo”.

A veces en Chihuahua creemos que todo está mal o que vamos para atrás, pero la realidad es otra. Cuando nos comparamos con otros estados del país nos damos cuenta que vamos muy bien. Pero si logramos una buena evaluación social en cuestión de calificar gobiernos, podremos avanzar más rápido.

Pero no nos desesperemos, la política es ingrata y de mediano plazo. Los cambios se comienzan a ver con el tiempo, pero estamos mal acostumbrados a querer resultados muy pronto. Por eso nos es difícil hacer planes municipales o estatales de desarrollo de largo plazo. Por eso la visión debe ser de fundadores de cambios y no de beneficiarios o destinatarios de los mismos.

Creo que en el servicio público debe existir una congruencia para avanzar con rectitud, sin embargo, muchas veces nos topamos con que es más rentable tomar esos atajos, utilizando el poder público y las investiduras de cargos públicos para avanzar antes, ignorando esa congruencia, la cual termina siendo sólo un costo que muchos están dispuestos a asumir. Pero el tiempo pone todo en su lugar y cuando antepones el bien común al bien personal y tienes la paciencia de aguantar hasta ver resultados, es entonces cuando podrás tener la satisfacción del deber cumplido.

Siempre lo he dicho: un buen político es aquel que está dispuesto a sacrificar su carrera por sus convicciones. Porque las causas no son compatibles con los cálculos.