/ viernes 26 de julio de 2019

Taoísmo para serenar el alma

“Lo blando vence a lo duro, hay valor en no actuar” (Tao Te Ching)

El pensador chino Lao Tsé (El Viejo Maestro) fundó el taoísmo hace más de dos mil quinientos años, una filosofía hoy vigente debido a que trata principalmente del ancestral reto de armonizar al ser humano con su entorno, algo que buscamos cotidianamente.

Antes que religión, el taoísmo es un sistema filosófico (expresado en el texto “Tao Te Ching”, atribuido a Lao Tsé) que tiene como concepto central el tao, el cual se entiende básicamente como el camino o la vía que origina y transforma las cosas, un curso cósmico de naturaleza espiritual inalcanzable para los sentidos.

Al ser el tao un proceso de transformación inaccesible para nuestro entendimiento experimental y racional, halló en la manifestación religiosa la fórmula de su popularidad, haciendo de la vía intuitiva el objeto de culto que ha prevalecido por siglos y que ha influido en Occidente.

Algunos de los aforismos del Tao Te Ching se consideran paradojas literarias, mientras que otros son poemas llenos de misticismo. La ambigüedad en sus expresiones ha llevado a no pocas disputas sobre el significado de sus enunciados y -por supuesto- a dificultades en las traducciones.

Conceptos como la paz y la no acción (Wu Wei) cobran relevancia en el taoísmo, el cual sostiene que ante la intensa actividad que representa la vida, la mejor disposición para enfrentarla es la quietud, la tranquilidad. Así, una vez puesto a vivir, el ser humano debe dejarse llevar por el curso que tomen las cosas, sin cuestionar y sin oponerse.

Según el taoísmo, para armonizar con la vida se necesita dejar que suceda lo que ha de suceder, tal como el agua (débil y fuerte a la vez) ha de correr y esculpir a su paso. En realidad esto es hacer algo, es una voluntad de dejar que ocurra lo que ha de ocurrir.

El tao es una ley eterna que se impone a todo y deberíamos vivir conforme a él; es un cambio inevitable que ordena al universo y que debemos aceptar. Así alcanzaremos la serenidad. Una filosofía muy práctica, al final de cuentas: si buscas paz para tu alma, acepta el curso de las cosas, deja que sucedan.

“Lo blando vence a lo duro, hay valor en no actuar” (Tao Te Ching)

El pensador chino Lao Tsé (El Viejo Maestro) fundó el taoísmo hace más de dos mil quinientos años, una filosofía hoy vigente debido a que trata principalmente del ancestral reto de armonizar al ser humano con su entorno, algo que buscamos cotidianamente.

Antes que religión, el taoísmo es un sistema filosófico (expresado en el texto “Tao Te Ching”, atribuido a Lao Tsé) que tiene como concepto central el tao, el cual se entiende básicamente como el camino o la vía que origina y transforma las cosas, un curso cósmico de naturaleza espiritual inalcanzable para los sentidos.

Al ser el tao un proceso de transformación inaccesible para nuestro entendimiento experimental y racional, halló en la manifestación religiosa la fórmula de su popularidad, haciendo de la vía intuitiva el objeto de culto que ha prevalecido por siglos y que ha influido en Occidente.

Algunos de los aforismos del Tao Te Ching se consideran paradojas literarias, mientras que otros son poemas llenos de misticismo. La ambigüedad en sus expresiones ha llevado a no pocas disputas sobre el significado de sus enunciados y -por supuesto- a dificultades en las traducciones.

Conceptos como la paz y la no acción (Wu Wei) cobran relevancia en el taoísmo, el cual sostiene que ante la intensa actividad que representa la vida, la mejor disposición para enfrentarla es la quietud, la tranquilidad. Así, una vez puesto a vivir, el ser humano debe dejarse llevar por el curso que tomen las cosas, sin cuestionar y sin oponerse.

Según el taoísmo, para armonizar con la vida se necesita dejar que suceda lo que ha de suceder, tal como el agua (débil y fuerte a la vez) ha de correr y esculpir a su paso. En realidad esto es hacer algo, es una voluntad de dejar que ocurra lo que ha de ocurrir.

El tao es una ley eterna que se impone a todo y deberíamos vivir conforme a él; es un cambio inevitable que ordena al universo y que debemos aceptar. Así alcanzaremos la serenidad. Una filosofía muy práctica, al final de cuentas: si buscas paz para tu alma, acepta el curso de las cosas, deja que sucedan.