/ lunes 7 de septiembre de 2020

Temporada de informes


El mes de septiembre y octubre son los meses donde más se concentran informes de diferentes servidores públicos con respecto a su trabajo. Se inicia con el informe presidencial que se tiene que dar el primer día de septiembre de cada año. Pero además tenemos los informes de los alcaldes, diputados, síndicos, etc.

Este año vino a cambiar mucho las cosas. La pandemia del Covid no permite que se reúnan más de 10 personas por lo que el formato con el que normalmente se realizaban los informes cambió. Era antes una gran fiesta del servidor público donde se analizaba de todo menos la información. Se veía el número de asistentes, la investidura de los asistentes, la producción, la calidad de los spots, la percepción de la población, etc. En fin, todo menos la carnita.

Menciono lo anterior porque estamos muy mal acostumbrados, como ciudadanía, a aceptar informes muy etéreos con información poco verificable y únicamente sólo con cosas positivas y no con la realidad de lo importante. Esto también se debe a que las administraciones no ponen objetivos claros a cumplir (no hacen bien sus planes operativos anuales), por lo que resulta muy difícil valorar si se cumplieron las metas o no. Estamos acostumbrados a escuchar que se construyó un puente y aplaudimos, pero no sabemos si en realidad el plan era hacer dos.

La profesionalización del servicio público implica hacer muchas mejoras, una de ellas es el lograr planes de desarrollo a largo plazo, pero con metas de cumpliento anual que sean medibles para poder con ellas evaluar el desempeño del servidor público con base en el logro de sus objetivos y no únicamente de la percepción mediática.

Por todo lo anterior, debemos de elevar el nivel de exigencia a los servidores públicos para poder generar ciudades con un desarrollo sustentable y sostenible en el tiempo. Esa exigencia inicia por analizar, sin filias ni fobias, el contenido de los informes que nos rindan los servidores públicos. Dejar de aplaudir por aplaudir y criticar por criticar, sino a analizar si son buenos los logros o es simplemente un trabajo normal. Si se cumplen las promesas, las expectativas y los planes de desarrollo. Realizar este ejercicio irá acabando poco a poco con la parafernalia campañera de los informes y en realidad se convertirán en ejercicios de rendición de cuentas. Es importante que no confundamos estos términos.

Entre más ciudadanía se involucre en los ejercicios de rendición de cuentas de los servidores públicos, más rápido vamos a poder reivindicar nuestros gobiernos. Para esto necesitamos que aquéllos que tengan más acceso a la información, más tiempo para dedicar a su comunidad o más capacidad, se capaciten e investiguen más sobre el ejercicio de los recursos, los planes de desarrollo, los planes operativos, para con esto lograr evaluaciones más concretas sobre la eficacia de una persona al frente de un gobierno o de una representación.

Escuchemos pues estos informes y hagamos un análisis concienzudo de los mismos. Exijamos más e involucrémonos como ciudadanía en los ejercicios de rendición de cuentas.


El mes de septiembre y octubre son los meses donde más se concentran informes de diferentes servidores públicos con respecto a su trabajo. Se inicia con el informe presidencial que se tiene que dar el primer día de septiembre de cada año. Pero además tenemos los informes de los alcaldes, diputados, síndicos, etc.

Este año vino a cambiar mucho las cosas. La pandemia del Covid no permite que se reúnan más de 10 personas por lo que el formato con el que normalmente se realizaban los informes cambió. Era antes una gran fiesta del servidor público donde se analizaba de todo menos la información. Se veía el número de asistentes, la investidura de los asistentes, la producción, la calidad de los spots, la percepción de la población, etc. En fin, todo menos la carnita.

Menciono lo anterior porque estamos muy mal acostumbrados, como ciudadanía, a aceptar informes muy etéreos con información poco verificable y únicamente sólo con cosas positivas y no con la realidad de lo importante. Esto también se debe a que las administraciones no ponen objetivos claros a cumplir (no hacen bien sus planes operativos anuales), por lo que resulta muy difícil valorar si se cumplieron las metas o no. Estamos acostumbrados a escuchar que se construyó un puente y aplaudimos, pero no sabemos si en realidad el plan era hacer dos.

La profesionalización del servicio público implica hacer muchas mejoras, una de ellas es el lograr planes de desarrollo a largo plazo, pero con metas de cumpliento anual que sean medibles para poder con ellas evaluar el desempeño del servidor público con base en el logro de sus objetivos y no únicamente de la percepción mediática.

Por todo lo anterior, debemos de elevar el nivel de exigencia a los servidores públicos para poder generar ciudades con un desarrollo sustentable y sostenible en el tiempo. Esa exigencia inicia por analizar, sin filias ni fobias, el contenido de los informes que nos rindan los servidores públicos. Dejar de aplaudir por aplaudir y criticar por criticar, sino a analizar si son buenos los logros o es simplemente un trabajo normal. Si se cumplen las promesas, las expectativas y los planes de desarrollo. Realizar este ejercicio irá acabando poco a poco con la parafernalia campañera de los informes y en realidad se convertirán en ejercicios de rendición de cuentas. Es importante que no confundamos estos términos.

Entre más ciudadanía se involucre en los ejercicios de rendición de cuentas de los servidores públicos, más rápido vamos a poder reivindicar nuestros gobiernos. Para esto necesitamos que aquéllos que tengan más acceso a la información, más tiempo para dedicar a su comunidad o más capacidad, se capaciten e investiguen más sobre el ejercicio de los recursos, los planes de desarrollo, los planes operativos, para con esto lograr evaluaciones más concretas sobre la eficacia de una persona al frente de un gobierno o de una representación.

Escuchemos pues estos informes y hagamos un análisis concienzudo de los mismos. Exijamos más e involucrémonos como ciudadanía en los ejercicios de rendición de cuentas.