/ miércoles 18 de abril de 2018

Una línea editorial única

El Senado de la República está obligado a consensuar y modificar el proyecto de regulación de la publicidad oficial antes de someterla a votación, porque se corre el riesgo de no avanzar en la materia y perpetuar los vicios existentes.

No hay una sola línea editorial en todos los medios de comunicación. Que así ocurriera sería una contradicción con el principio de libertad de expresión, derecho a la información, democracia e incluso libre mercado.

Es contraria a la libertad de expresión, porque los medios de comunicación no deben -ni pueden en teoría- ser compelidos para asumir una línea editorial impuesta por los poderes fácticos y formales. La misma normativa convencional prohíbe tal propósito, al exigir a los estados otorgar garantías para evitar tal coacción.

También sería contraria una sola línea editorial al derecho a la información de los ciudadanos, porque obligaría a un solo sentido del manejo informativo. Pensemos en que todos los medios divulgan la información en el mismo sentido oficial o bien, en el otro extremo, de crítica a la oficialidad. La audiencia no tendría oportunidad de conformar un pensamiento crítico de la información si no tiene información contrastada.

También atenta con los principios democráticos, que implican necesariamente pluralidad. México protege la democracia desde la cúspide jurídica en la Constitución, incluso la considera una forma de vida. Los medios, virtud la pluralidad, están obligados éticamente a dar entrada a la información generada. Incluso para ello está garantizado el derecho de réplica.

El libre mercado es también un dique para la construcción de una línea editorial única en medios de comunicación. La vida económica de una comunidad es también plural, como lo es la sociedad. Siendo el sector privado un generador de publicidad en medios, presiona -o debe hacerlo- necesariamente por la pluralidad informativa, más a partir del alto nivel de competitividad electoral de los últimos años, con lo cual forzosamente se ha democratizado.

La línea editorial de un medio, cumpliendo con estos principios, es legítima e incluso necesaria, para aportar pluralidad, fortalecer la libertad de expresión y el derecho a la información.

Un medio apartado de estos principios es un instrumento de propaganda. No es un medio de comunicación porque únicamente contribuye a fortalecer un pensamiento o ideología, sin admitir pensamiento en contrario.

No es incorrecto que las ideologías cuenten con sus propios medios de propaganda, pero deben ser ubicados en su correcto contexto y no ser confundidos con el sistema de comunicación social de una comunidad que fortalece y respeta principios democráticos.

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