/ miércoles 23 de octubre de 2019

Yoga

Hace más de un año que empecé a practicar yoga, no lo había hecho antes porque el ejercicio que me gustaba era totalmente diferente. La yoga así de lejos y sin saber exactamente de qué se trataba, me parecía aburrida y sobre todo la calificaba como una práctica que no me iba a ayudar a tener buena condición física.

¡Y qué equivocada estaba! La yoga es maravillosa y no entiendo por qué la han satanizado tanto.

Lo que yo escuchaba era que en sus prácticas se ponía la mente totalmente en blanco y que así era muy probable que se le metiera un demonio al individuo. En primer lugar no existe una mente en blanco, libre de todo. La mente se puede tranquilizar, se puede domar para sacarle los pensamientos negativos, se puede ejercitar para llenarla de ideas positivas. La mente es una fuerza que bien encausada es maravillosa, y siempre está activa.

Otra cosa que escuché hace tiempo, es que las posturas de animales que indica la yoga son del diablo y yo pregunto ¿Qué acaso los animales que creó Dios no son para que convivamos con ellos? ¿Qué tiene de malo que admiremos ciertas características de cada especie y logremos imitarlos en posturas?

Por otro lado, en una plática se comentó que una mujer joven se divorciaba y que era una lástima porque tiene varios hijos y todavía pequeños, y que debía ser porque practicaba yoga y que quién sabe qué presencia la había orillado a tomar esa decisión. ¡Qué estupidez, sinceramente!

Aquí les quiero platicar un poco de lo que yo he encontrado en la práctica de yoga. Antes que nada he aprendido que respirar correctamente evita muchos males. Estamos acostumbrados a medio respirar y muchas veces con el miedo, la ansiedad y la tensión nos paralizamos en una respiración cortada y escasa, siendo que en situaciones de estrés es de lo más liberador inhalar profundamente y exhalar también profundamente. ¡Soltar!

Estirar el cuerpo es muy importante para la flexibilidad y para liberar tensión, y créanme, en la yoga el estiramiento vas más allá de lo que te puedas imaginar. Las indicaciones de las maestras siempre van encauzadas a la salud integral de la persona, mente, cuerpo y espíritu, enfatizando en liberar todo lo tóxico que podemos traer en el cuerpo físico, mental o espiritual.

La yoga invita a hacer un análisis de cómo actuamos fuera de la práctica, señala a cada persona las limitaciones del cuerpo como un reflejo de las limitaciones que nos ponemos en el diario vivir.

Esta filosofía es el arte de autoconocerse, analizarse, accionar y buscar nuevas maneras de afrontar la vida, de disfrutarla, de celebrarla y sobre todo agardecerla.

Cuando termino la práctica no me queda nada más que dar gracias, primero a Dios que me permite disfrutar cada día de un cuerpo, de una mente y un espíritu en constante movimiento. Celebro lo que soy capaz de hacer en la clase y visualizo lo que he de poder lograr en un futuro, extendiendo mis posibilidades y siempre cuidando mi ser, que tiene tanto la fuerza de un torbellino y como la delicadeza de una flor.

Gracias, gracias y de nuevo gracias, y a ti mi Dios amado no te dejo nunca, esté donde esté y haga lo que haga.


Hace más de un año que empecé a practicar yoga, no lo había hecho antes porque el ejercicio que me gustaba era totalmente diferente. La yoga así de lejos y sin saber exactamente de qué se trataba, me parecía aburrida y sobre todo la calificaba como una práctica que no me iba a ayudar a tener buena condición física.

¡Y qué equivocada estaba! La yoga es maravillosa y no entiendo por qué la han satanizado tanto.

Lo que yo escuchaba era que en sus prácticas se ponía la mente totalmente en blanco y que así era muy probable que se le metiera un demonio al individuo. En primer lugar no existe una mente en blanco, libre de todo. La mente se puede tranquilizar, se puede domar para sacarle los pensamientos negativos, se puede ejercitar para llenarla de ideas positivas. La mente es una fuerza que bien encausada es maravillosa, y siempre está activa.

Otra cosa que escuché hace tiempo, es que las posturas de animales que indica la yoga son del diablo y yo pregunto ¿Qué acaso los animales que creó Dios no son para que convivamos con ellos? ¿Qué tiene de malo que admiremos ciertas características de cada especie y logremos imitarlos en posturas?

Por otro lado, en una plática se comentó que una mujer joven se divorciaba y que era una lástima porque tiene varios hijos y todavía pequeños, y que debía ser porque practicaba yoga y que quién sabe qué presencia la había orillado a tomar esa decisión. ¡Qué estupidez, sinceramente!

Aquí les quiero platicar un poco de lo que yo he encontrado en la práctica de yoga. Antes que nada he aprendido que respirar correctamente evita muchos males. Estamos acostumbrados a medio respirar y muchas veces con el miedo, la ansiedad y la tensión nos paralizamos en una respiración cortada y escasa, siendo que en situaciones de estrés es de lo más liberador inhalar profundamente y exhalar también profundamente. ¡Soltar!

Estirar el cuerpo es muy importante para la flexibilidad y para liberar tensión, y créanme, en la yoga el estiramiento vas más allá de lo que te puedas imaginar. Las indicaciones de las maestras siempre van encauzadas a la salud integral de la persona, mente, cuerpo y espíritu, enfatizando en liberar todo lo tóxico que podemos traer en el cuerpo físico, mental o espiritual.

La yoga invita a hacer un análisis de cómo actuamos fuera de la práctica, señala a cada persona las limitaciones del cuerpo como un reflejo de las limitaciones que nos ponemos en el diario vivir.

Esta filosofía es el arte de autoconocerse, analizarse, accionar y buscar nuevas maneras de afrontar la vida, de disfrutarla, de celebrarla y sobre todo agardecerla.

Cuando termino la práctica no me queda nada más que dar gracias, primero a Dios que me permite disfrutar cada día de un cuerpo, de una mente y un espíritu en constante movimiento. Celebro lo que soy capaz de hacer en la clase y visualizo lo que he de poder lograr en un futuro, extendiendo mis posibilidades y siempre cuidando mi ser, que tiene tanto la fuerza de un torbellino y como la delicadeza de una flor.

Gracias, gracias y de nuevo gracias, y a ti mi Dios amado no te dejo nunca, esté donde esté y haga lo que haga.