/ sábado 26 de octubre de 2019

Cuauhtémoc, ineficacia gubernamental y pasividad social ante la violencia

De acuerdo con seguimientos a publicaciones periodísticas realizados por el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), en el municipio de Cuauhtémoc se han registrado tres homicidios dolosos a la semana durante lo que va del año. Fueron 123 los casos que se contaron hasta el pasado 22 de octubre, un 66 por ciento más que la cifra correspondiente al mismo periodo del 2018, la cual fue de 74.

El presidente de dicho organismo en Cuauhtémoc, Ricardo Ramírez, lamenta que no exista una estrategia efectiva contra la problemática que pone a dicho municipio entre los más violentos de Chihuahua, una triste fama para una región con notable desarrollo económico, político y social.

No únicamente es de lamentar la ineficacia de la autoridad en la pacificación o recuperación de la tranquilidad y orden; también existe la pasividad u omisión de la sociedad en general, la cual parece estar sólo a la expectativa, sufriendo estoicamente el grave problema que le aqueja.

Según Ricardo Ramírez –y muchos estamos de acuerdo con él-, en Cuauhtémoc hace falta una determinación colectiva para tomar actuar colaborativamente ante la violencia, la cual ha costado mucho en términos de víctimas (por cada muerte hay cientos de afectados).

La violencia en Cuauhtémoc causa temor e inquietud, afectando la calidad de vida. No hay calidad de vida donde no se está bien, y en Cuauhtémoc, contra lo que diga quien intente ocultar la gravedad del problema, no se está bien.

La calidad de vida no depende sólo de aspectos materiales como la infraestructura y los servicios comunitarios, sino también -¡y mucho!- del nivel de convivencia pacífica y del respeto al orden que supone el Estado de derecho. La comunidad brinda calidad de vida cuando en ella hay tranquilidad.

Si en Cuauhtémoc se quiere salir del malestar que mucho afecta el ánimo de tanta gente de bien, instituciones y organismos públicos y privados necesitan cerrar filas en cuanto a la misión colectiva de pacificación, deben actuar sinérgicamente, con un plan de interés colectivo más que sectorial. La pregunta es: ¿Cuándo irá a pasar esto?

De acuerdo con seguimientos a publicaciones periodísticas realizados por el Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), en el municipio de Cuauhtémoc se han registrado tres homicidios dolosos a la semana durante lo que va del año. Fueron 123 los casos que se contaron hasta el pasado 22 de octubre, un 66 por ciento más que la cifra correspondiente al mismo periodo del 2018, la cual fue de 74.

El presidente de dicho organismo en Cuauhtémoc, Ricardo Ramírez, lamenta que no exista una estrategia efectiva contra la problemática que pone a dicho municipio entre los más violentos de Chihuahua, una triste fama para una región con notable desarrollo económico, político y social.

No únicamente es de lamentar la ineficacia de la autoridad en la pacificación o recuperación de la tranquilidad y orden; también existe la pasividad u omisión de la sociedad en general, la cual parece estar sólo a la expectativa, sufriendo estoicamente el grave problema que le aqueja.

Según Ricardo Ramírez –y muchos estamos de acuerdo con él-, en Cuauhtémoc hace falta una determinación colectiva para tomar actuar colaborativamente ante la violencia, la cual ha costado mucho en términos de víctimas (por cada muerte hay cientos de afectados).

La violencia en Cuauhtémoc causa temor e inquietud, afectando la calidad de vida. No hay calidad de vida donde no se está bien, y en Cuauhtémoc, contra lo que diga quien intente ocultar la gravedad del problema, no se está bien.

La calidad de vida no depende sólo de aspectos materiales como la infraestructura y los servicios comunitarios, sino también -¡y mucho!- del nivel de convivencia pacífica y del respeto al orden que supone el Estado de derecho. La comunidad brinda calidad de vida cuando en ella hay tranquilidad.

Si en Cuauhtémoc se quiere salir del malestar que mucho afecta el ánimo de tanta gente de bien, instituciones y organismos públicos y privados necesitan cerrar filas en cuanto a la misión colectiva de pacificación, deben actuar sinérgicamente, con un plan de interés colectivo más que sectorial. La pregunta es: ¿Cuándo irá a pasar esto?