/ lunes 11 de diciembre de 2023

Dignidad y Empresa: Reto Común

Hace 75 años se proclamó la Declaración de los Derechos Humanos en la ONU, destacando la igualdad y dignidad de todos los seres humanos. Es inaceptable que aún sigamos viendo atropellos a la dignidad humana como la falta de igualdad de oportunidades para todos, violencia intrafamiliar, atropellos a migrantes, manipulación de ciudadanos y la inaceptable trata de personas.

Si pensáramos por un momento, nos daríamos cuenta de que muchos somos afortunados, mientras otros están en desventaja y probablemente nos preguntaríamos: ¿por qué los gobiernos, las instituciones y las organizaciones de la sociedad civil no hacen suficiente para abordar esto? Los empresarios tenemos la oportunidad de asumir un rol transformador en nuestro entorno con los colaboradores, sus familias y sus comunidades cercanas. ¿Qué pasaría si asumiéramos como propia la misión de poner la dignidad de las personas en el centro?

A menudo realizamos obras sociales fuera de la empresa, cuando, de hecho, dentro de ella, colaboradores y sus familias necesitan apoyo para mejorar su calidad de vida en aspectos como salud, educación, desarrollo familiar y soporte emocional, así como en la búsqueda de una vida plena.

En este sentido, numerosos empresarios chihuahuenses ya han asumido el reto de ser agentes de cambio y desarrollo, impactando positivamente en las vidas de las personas en sus centros de trabajo, a través de una triple agenda. En primer lugar, jornadas de salud y seguros de gastos médicos menores o mayores ante la carencia de la salud pública. En segundo término, acciones concretas para elevar el nivel educativo, apoyando a que los trabajadores concluyan sus estudios y a que sus hijos puedan obtener formación profesional. Y en tercer lugar, y quizás aquí falta un poco más de labor, la dimensión familiar y emocional, brindando apoyo para que los colaboradores y sus familias aprendan a manejar sus finanzas, comunicarse y respetarse mejor, que aprendan a usar sus fortalezas y definan un propósito de vida que los lleve a ser felices y trascender.

La transformación de la sociedad no debe esperar a que “otros” o “a los que les toca” actúen; nosotros podemos empezar hoy. Aceptemos el compromiso y reto de dejar huella y elevar la dignidad de todos, pondríamos nuestro granito de arena en la búsqueda de equilibrar los derechos humanos. Si todas las personas tuvieran acceso a educación, servicios básicos, crecimiento personal, sin duda muchos problemas que hoy vemos disminuirían.

Hay cuatro mecanismos concretos para poder hacerlo: 1) reinversiones a nuestra gente en apoyos para mejorar sus condiciones de vida, 2) operar con un sistema de gestión que promueva el uso de fortalezas y dones personales alineados a los objetivos empresariales, 3) programar eventos de formación a la persona y familia en temas más allá de las capacitaciones laborales 4) pagar salarios dignos, promoviendo compensaciones variables basadas en resultados de desempeño individual y de negocios.

Alguna vez escuché de un empresario “el reto del hombre y mujer de empresa es diseñar el negocio para que las personas sean productivas y felices; no esperemos a que se dé solo”.

Este es un momento de decisión crucial: cada uno de nosotros tiene el poder de forjar un legado de dignidad y derechos humanos. No es solo una oportunidad, es una obligación con las generaciones presentes y futuras.

Lo más gratificante de este empeño es que, en el proceso, encontramos nuestra propia plenitud y dejamos una huella imborrable en la vida de nuestros hijos.


Presidente de Canacintra Chihuahua


Hace 75 años se proclamó la Declaración de los Derechos Humanos en la ONU, destacando la igualdad y dignidad de todos los seres humanos. Es inaceptable que aún sigamos viendo atropellos a la dignidad humana como la falta de igualdad de oportunidades para todos, violencia intrafamiliar, atropellos a migrantes, manipulación de ciudadanos y la inaceptable trata de personas.

Si pensáramos por un momento, nos daríamos cuenta de que muchos somos afortunados, mientras otros están en desventaja y probablemente nos preguntaríamos: ¿por qué los gobiernos, las instituciones y las organizaciones de la sociedad civil no hacen suficiente para abordar esto? Los empresarios tenemos la oportunidad de asumir un rol transformador en nuestro entorno con los colaboradores, sus familias y sus comunidades cercanas. ¿Qué pasaría si asumiéramos como propia la misión de poner la dignidad de las personas en el centro?

A menudo realizamos obras sociales fuera de la empresa, cuando, de hecho, dentro de ella, colaboradores y sus familias necesitan apoyo para mejorar su calidad de vida en aspectos como salud, educación, desarrollo familiar y soporte emocional, así como en la búsqueda de una vida plena.

En este sentido, numerosos empresarios chihuahuenses ya han asumido el reto de ser agentes de cambio y desarrollo, impactando positivamente en las vidas de las personas en sus centros de trabajo, a través de una triple agenda. En primer lugar, jornadas de salud y seguros de gastos médicos menores o mayores ante la carencia de la salud pública. En segundo término, acciones concretas para elevar el nivel educativo, apoyando a que los trabajadores concluyan sus estudios y a que sus hijos puedan obtener formación profesional. Y en tercer lugar, y quizás aquí falta un poco más de labor, la dimensión familiar y emocional, brindando apoyo para que los colaboradores y sus familias aprendan a manejar sus finanzas, comunicarse y respetarse mejor, que aprendan a usar sus fortalezas y definan un propósito de vida que los lleve a ser felices y trascender.

La transformación de la sociedad no debe esperar a que “otros” o “a los que les toca” actúen; nosotros podemos empezar hoy. Aceptemos el compromiso y reto de dejar huella y elevar la dignidad de todos, pondríamos nuestro granito de arena en la búsqueda de equilibrar los derechos humanos. Si todas las personas tuvieran acceso a educación, servicios básicos, crecimiento personal, sin duda muchos problemas que hoy vemos disminuirían.

Hay cuatro mecanismos concretos para poder hacerlo: 1) reinversiones a nuestra gente en apoyos para mejorar sus condiciones de vida, 2) operar con un sistema de gestión que promueva el uso de fortalezas y dones personales alineados a los objetivos empresariales, 3) programar eventos de formación a la persona y familia en temas más allá de las capacitaciones laborales 4) pagar salarios dignos, promoviendo compensaciones variables basadas en resultados de desempeño individual y de negocios.

Alguna vez escuché de un empresario “el reto del hombre y mujer de empresa es diseñar el negocio para que las personas sean productivas y felices; no esperemos a que se dé solo”.

Este es un momento de decisión crucial: cada uno de nosotros tiene el poder de forjar un legado de dignidad y derechos humanos. No es solo una oportunidad, es una obligación con las generaciones presentes y futuras.

Lo más gratificante de este empeño es que, en el proceso, encontramos nuestra propia plenitud y dejamos una huella imborrable en la vida de nuestros hijos.


Presidente de Canacintra Chihuahua