Hace 75 años se proclamó la Declaración de los Derechos Humanos en la ONU, destacando la igualdad y dignidad de todos los seres humanos. Es inaceptable que aún sigamos viendo atropellos a la dignidad humana como la falta de igualdad de oportunidades para todos, violencia intrafamiliar, atropellos a migrantes, manipulación de ciudadanos y la inaceptable trata de personas.
Si pensáramos por un momento, nos daríamos cuenta de que muchos somos afortunados, mientras otros están en desventaja y probablemente nos preguntaríamos: ¿por qué los gobiernos, las instituciones y las organizaciones de la sociedad civil no hacen suficiente para abordar esto? Los empresarios tenemos la oportunidad de asumir un rol transformador en nuestro entorno con los colaboradores, sus familias y sus comunidades cercanas. ¿Qué pasaría si asumiéramos como propia la misión de poner la dignidad de las personas en el centro?
A menudo realizamos obras sociales fuera de la empresa, cuando, de hecho, dentro de ella, colaboradores y sus familias necesitan apoyo para mejorar su calidad de vida en aspectos como salud, educación, desarrollo familiar y soporte emocional, así como en la búsqueda de una vida plena.
En este sentido, numerosos empresarios chihuahuenses ya han asumido el reto de ser agentes de cambio y desarrollo, impactando positivamente en las vidas de las personas en sus centros de trabajo, a través de una triple agenda. En primer lugar, jornadas de salud y seguros de gastos médicos menores o mayores ante la carencia de la salud pública. En segundo término, acciones concretas para elevar el nivel educativo, apoyando a que los trabajadores concluyan sus estudios y a que sus hijos puedan obtener formación profesional. Y en tercer lugar, y quizás aquí falta un poco más de labor, la dimensión familiar y emocional, brindando apoyo para que los colaboradores y sus familias aprendan a manejar sus finanzas, comunicarse y respetarse mejor, que aprendan a usar sus fortalezas y definan un propósito de vida que los lleve a ser felices y trascender.
La transformación de la sociedad no debe esperar a que “otros” o “a los que les toca” actúen; nosotros podemos empezar hoy. Aceptemos el compromiso y reto de dejar huella y elevar la dignidad de todos, pondríamos nuestro granito de arena en la búsqueda de equilibrar los derechos humanos. Si todas las personas tuvieran acceso a educación, servicios básicos, crecimiento personal, sin duda muchos problemas que hoy vemos disminuirían.
Hay cuatro mecanismos concretos para poder hacerlo: 1) reinversiones a nuestra gente en apoyos para mejorar sus condiciones de vida, 2) operar con un sistema de gestión que promueva el uso de fortalezas y dones personales alineados a los objetivos empresariales, 3) programar eventos de formación a la persona y familia en temas más allá de las capacitaciones laborales 4) pagar salarios dignos, promoviendo compensaciones variables basadas en resultados de desempeño individual y de negocios.
Alguna vez escuché de un empresario “el reto del hombre y mujer de empresa es diseñar el negocio para que las personas sean productivas y felices; no esperemos a que se dé solo”.
Este es un momento de decisión crucial: cada uno de nosotros tiene el poder de forjar un legado de dignidad y derechos humanos. No es solo una oportunidad, es una obligación con las generaciones presentes y futuras.
Lo más gratificante de este empeño es que, en el proceso, encontramos nuestra propia plenitud y dejamos una huella imborrable en la vida de nuestros hijos.
Presidente de Canacintra Chihuahua