/ viernes 17 de mayo de 2019

Importancia de la sociedad civil en el combate a la corrupción


Cuanto más corrupta una sociedad, más numerosas las leyes. (Edward Paul Abbey)

La sociedad civil es más que una hipótesis política o sociológica, hay que reconocerla como una realidad concreta. Si queremos una participación efectiva de la ciudadanía en el combate a la corrupción, hay que tomar a la sociedad civil como un hecho.

Deberíamos ser educados en la valoración y necesidad de la sociedad civil como poderoso agente de cambio. Este es un reto para el sistema educativo: la formación cívica comprometida con el mejoramiento de la vida en común. Una educación integral con visión trascendental no puede soslayar este desafío.

La educación cívica que necesitamos como país tendría que envolver a los aprendices de todos los niveles escolares en un afán práctico que implique participar organizadamente para combatir la corrupción en todos los ámbitos y niveles. Esta organización es importante, es determinante para esa misión que nos urge asumir con responsabilidad.

En materia de corrupción, hay datos que deben preocuparnos como mexicanos porque no nos dejan bien parados. El diagnóstico que nos ofrece dicha información es de alerta. Y parte de nuestra responsabilidad cívica es tomar en cuenta dicha alerta.

La organización Transparencia Internacional señala que, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2018, México ocupa el lugar 130 de 180 que han sido estudiados. Además, tenemos una evaluación de 29 puntos en una escala donde 0 es “muy corrupto” y 100 es “muy transparente”. Urge hacer algo al respecto, y nadie vendrá de afuera a resolver esta problemática.

La agrupación civil promotora de la iniciativa “Ley 3 de 3” es un ejemplo de una organización comprometida con el combate a la corrupción. Se sabe que la sociedad civil es parte indispensable de la solución; ahora es necesario que nos comprometamos con esa misión que debe ser de todos, ya que el problema somos todos.

Nos hace educación para la organización y participación. Comencemos promoviendo el valor de la conciencia cívica contra la corrupción. Comencemos por alentarnos para cambiar, que ya es mucho.



Cuanto más corrupta una sociedad, más numerosas las leyes. (Edward Paul Abbey)

La sociedad civil es más que una hipótesis política o sociológica, hay que reconocerla como una realidad concreta. Si queremos una participación efectiva de la ciudadanía en el combate a la corrupción, hay que tomar a la sociedad civil como un hecho.

Deberíamos ser educados en la valoración y necesidad de la sociedad civil como poderoso agente de cambio. Este es un reto para el sistema educativo: la formación cívica comprometida con el mejoramiento de la vida en común. Una educación integral con visión trascendental no puede soslayar este desafío.

La educación cívica que necesitamos como país tendría que envolver a los aprendices de todos los niveles escolares en un afán práctico que implique participar organizadamente para combatir la corrupción en todos los ámbitos y niveles. Esta organización es importante, es determinante para esa misión que nos urge asumir con responsabilidad.

En materia de corrupción, hay datos que deben preocuparnos como mexicanos porque no nos dejan bien parados. El diagnóstico que nos ofrece dicha información es de alerta. Y parte de nuestra responsabilidad cívica es tomar en cuenta dicha alerta.

La organización Transparencia Internacional señala que, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2018, México ocupa el lugar 130 de 180 que han sido estudiados. Además, tenemos una evaluación de 29 puntos en una escala donde 0 es “muy corrupto” y 100 es “muy transparente”. Urge hacer algo al respecto, y nadie vendrá de afuera a resolver esta problemática.

La agrupación civil promotora de la iniciativa “Ley 3 de 3” es un ejemplo de una organización comprometida con el combate a la corrupción. Se sabe que la sociedad civil es parte indispensable de la solución; ahora es necesario que nos comprometamos con esa misión que debe ser de todos, ya que el problema somos todos.

Nos hace educación para la organización y participación. Comencemos promoviendo el valor de la conciencia cívica contra la corrupción. Comencemos por alentarnos para cambiar, que ya es mucho.