/ martes 25 de junio de 2019

La loca

A la loca le dio un dolor, cada vez que se paraba o sentaba le daba una punzada en la espalda baja. Recurrió a las enseñanzas de Louise Hay y comprobó que la emoción que se lo causaba era miedo a una falta de respaldo económico, así que repitió las afirmaciones que esta señora recomienda para dejar ir la energía estancada. Por otro lado acudió a la práctica antigua de hacerse una limpieza intestinal, una cucharita de bicarbonato disuelta en agua antes de acostarse y una cucharada de aceite de oliva en ayunas por tres días, y por último un lavado intestinal de un litro de agua con una cucharada de aceite de oliva.

Sus intestinos reaccionaron y el dolor desapareció completamente.

Si no hubiera hecho estas prácticas sencillas, puede ser posible que hubiera terminado visitando al doctor, para recibir un diagnóstico de inflamación del nervio ciático con la recomendación de un analgésico potente para apagar la incomodidad, enterrando el dolor en una tumba que de seguro se abriría tiempo después para reclamar otra vez que se considerara el origen.

Cuando me platicó esto, me puse a pensar que muchas veces tenemos un dolor e inmediatamente recurrimos a los analgésicos sin darle una pensadita a cuál sería el origen del mismo. El intestino se satura con alimentos indigestos y ahí se van acumulando desechos que con su volumen presionan ciertos nervios que en una alarma manifiestan dolor, y es importante saber que con una simple técnica de limpieza intestinal se desprenden para dejar en paz al sistema nervioso.

Irse al origen de lo que nos pasa es algo que nos puede evitar muchos problemas de salud. El cuerpo da alarmas cuando algo no está bien, pero muchas veces no estamos educados para atenderlas.

¡Me duele la cabeza! ¿Pero por que? ¿Estoy durmiendo bien? ¿Qué he comido? ¿He comido demasiado? ¿He ido al baño como se debe? ¿Qué pendiente tengo que no termino?

Recuerdo a mi abuela paterna y un gabinete donde tenía sus “medicinas”, que eran: alcohol, agua oxigenada, mertiolate, mentholato, Vick Vaporub, aceite de ricino, aspirinas, bicarbonato y algodón. Y desde ahí y con eso curaba todo.

Ahora en día cuando llego a las farmacias no puedo creer la cantidad de productos y cómo nos hemos vuelto adictos a un arsenal de medicamentos para cada pequeña incomodidad que nos aqueja, un hábito de tapar lo inconveniente, de ignorar mensajes corporales que llegan y al no ser analizados se convierten en verdaderos problemas.

Por eso y con recomendación de la loca, cuando tengas un dolor, el que sea, recurre a una limpieza intestinal, comiendo más sano: fruta, verduras, granos, semillas, alguna fibra natural para acelerar el proceso depurativo, y mucha agua pura, y también un lavado intestinal dos veces al año.

El segundo cerebro del cuerpo es el estómago, cuidémoslo y ayudémoslo para que dentro de su sabiduría de absorción y depuración nos mantenga sanos.

Lo que más me deseo y deseo a los demás es salud, por eso les recomiendo lean el libro de Louise Hay “Tú puedes sanar tu vida”, para que experimenten simples recomendaciones que sanan desde el proceso emocional. Y por otro lado buscar esos elementos simples que nos pueden ayudar a recuperar el equilibrio del cuerpo, de la mente y del espíritu.


A la loca le dio un dolor, cada vez que se paraba o sentaba le daba una punzada en la espalda baja. Recurrió a las enseñanzas de Louise Hay y comprobó que la emoción que se lo causaba era miedo a una falta de respaldo económico, así que repitió las afirmaciones que esta señora recomienda para dejar ir la energía estancada. Por otro lado acudió a la práctica antigua de hacerse una limpieza intestinal, una cucharita de bicarbonato disuelta en agua antes de acostarse y una cucharada de aceite de oliva en ayunas por tres días, y por último un lavado intestinal de un litro de agua con una cucharada de aceite de oliva.

Sus intestinos reaccionaron y el dolor desapareció completamente.

Si no hubiera hecho estas prácticas sencillas, puede ser posible que hubiera terminado visitando al doctor, para recibir un diagnóstico de inflamación del nervio ciático con la recomendación de un analgésico potente para apagar la incomodidad, enterrando el dolor en una tumba que de seguro se abriría tiempo después para reclamar otra vez que se considerara el origen.

Cuando me platicó esto, me puse a pensar que muchas veces tenemos un dolor e inmediatamente recurrimos a los analgésicos sin darle una pensadita a cuál sería el origen del mismo. El intestino se satura con alimentos indigestos y ahí se van acumulando desechos que con su volumen presionan ciertos nervios que en una alarma manifiestan dolor, y es importante saber que con una simple técnica de limpieza intestinal se desprenden para dejar en paz al sistema nervioso.

Irse al origen de lo que nos pasa es algo que nos puede evitar muchos problemas de salud. El cuerpo da alarmas cuando algo no está bien, pero muchas veces no estamos educados para atenderlas.

¡Me duele la cabeza! ¿Pero por que? ¿Estoy durmiendo bien? ¿Qué he comido? ¿He comido demasiado? ¿He ido al baño como se debe? ¿Qué pendiente tengo que no termino?

Recuerdo a mi abuela paterna y un gabinete donde tenía sus “medicinas”, que eran: alcohol, agua oxigenada, mertiolate, mentholato, Vick Vaporub, aceite de ricino, aspirinas, bicarbonato y algodón. Y desde ahí y con eso curaba todo.

Ahora en día cuando llego a las farmacias no puedo creer la cantidad de productos y cómo nos hemos vuelto adictos a un arsenal de medicamentos para cada pequeña incomodidad que nos aqueja, un hábito de tapar lo inconveniente, de ignorar mensajes corporales que llegan y al no ser analizados se convierten en verdaderos problemas.

Por eso y con recomendación de la loca, cuando tengas un dolor, el que sea, recurre a una limpieza intestinal, comiendo más sano: fruta, verduras, granos, semillas, alguna fibra natural para acelerar el proceso depurativo, y mucha agua pura, y también un lavado intestinal dos veces al año.

El segundo cerebro del cuerpo es el estómago, cuidémoslo y ayudémoslo para que dentro de su sabiduría de absorción y depuración nos mantenga sanos.

Lo que más me deseo y deseo a los demás es salud, por eso les recomiendo lean el libro de Louise Hay “Tú puedes sanar tu vida”, para que experimenten simples recomendaciones que sanan desde el proceso emocional. Y por otro lado buscar esos elementos simples que nos pueden ayudar a recuperar el equilibrio del cuerpo, de la mente y del espíritu.