/ martes 16 de octubre de 2018

La Quinta Palabra

Una de las acusaciones que se hacen a los movimientos a favor de la vida humana denominados pro vida, muchas de las veces con mala leche, es el que defiendan el nacimiento de cualquier ser humano y luego se desentiendan de su desarrollo futuro.

La inmensa mayoría de las veces eso es falso, pero sirve muy bien el resaltarlo para expresar cosas como el “para qué traer al mundo a un niño si sólo va a sufrir” o algo por estilo, y luego motivar a otros a favor del aborto.

Algunos medios de comunicación y otros, hacen el caldo gordo al respecto cuando fijan la mirada en el binomio pro vida o pro choice (preelección o pro aborto) y dejan de lado la defensa de la vida en todas las etapas de las personas.

Recientemente el papa Francisco se refirió a la Quinta Palabra o quinto mandamiento del Decálogo: “No matarás”. Y habló, es cierto, del aborto como algo particular, pero antes expresó que ese mandamiento se yergue como una muralla de defensa del valor fundamental en las relaciones humanas. Y se preguntó: ¿Cuál es el valor fundamental en las relaciones humanas? El valor de la vida. Por eso, no matarás.

Enseguida expresó el Sucesor de Pedro: “Se podría decir que todo el mal obrado en el mundo se resume en esto: el desprecio por la vida.

La vida está agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre –leemos en los periódicos o vemos en los informativos muchas cosas-, por las especulaciones sobre la creación y por la cultura del descarte y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un número escandaloso de personas vive en un estado indigno para el hombre. Esto es despreciar la vida, es decir, de algún modo, matar”.

Enseguida Francisco tocó el tema de la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguarda de otros derechos. Y expuso que “es como contratar a un sicario para resolver un problema”.

Este punto es el que resaltaron los medios de comunicación, pero no aludieron al sentido positivo del mandamiento: Que Dios es amante de la vida, que vale la pena acoger a toda vida, porque cada hombre vale la sangre de Cristo mismo (cf. 1 Epístola de san Pedro 1,18-19). ¡No se puede despreciar lo que Dios ha amado tanto!

No extraigamos sólo los puntos que puedan causar sensación. ¿Lo ven?




Una de las acusaciones que se hacen a los movimientos a favor de la vida humana denominados pro vida, muchas de las veces con mala leche, es el que defiendan el nacimiento de cualquier ser humano y luego se desentiendan de su desarrollo futuro.

La inmensa mayoría de las veces eso es falso, pero sirve muy bien el resaltarlo para expresar cosas como el “para qué traer al mundo a un niño si sólo va a sufrir” o algo por estilo, y luego motivar a otros a favor del aborto.

Algunos medios de comunicación y otros, hacen el caldo gordo al respecto cuando fijan la mirada en el binomio pro vida o pro choice (preelección o pro aborto) y dejan de lado la defensa de la vida en todas las etapas de las personas.

Recientemente el papa Francisco se refirió a la Quinta Palabra o quinto mandamiento del Decálogo: “No matarás”. Y habló, es cierto, del aborto como algo particular, pero antes expresó que ese mandamiento se yergue como una muralla de defensa del valor fundamental en las relaciones humanas. Y se preguntó: ¿Cuál es el valor fundamental en las relaciones humanas? El valor de la vida. Por eso, no matarás.

Enseguida expresó el Sucesor de Pedro: “Se podría decir que todo el mal obrado en el mundo se resume en esto: el desprecio por la vida.

La vida está agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre –leemos en los periódicos o vemos en los informativos muchas cosas-, por las especulaciones sobre la creación y por la cultura del descarte y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un número escandaloso de personas vive en un estado indigno para el hombre. Esto es despreciar la vida, es decir, de algún modo, matar”.

Enseguida Francisco tocó el tema de la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguarda de otros derechos. Y expuso que “es como contratar a un sicario para resolver un problema”.

Este punto es el que resaltaron los medios de comunicación, pero no aludieron al sentido positivo del mandamiento: Que Dios es amante de la vida, que vale la pena acoger a toda vida, porque cada hombre vale la sangre de Cristo mismo (cf. 1 Epístola de san Pedro 1,18-19). ¡No se puede despreciar lo que Dios ha amado tanto!

No extraigamos sólo los puntos que puedan causar sensación. ¿Lo ven?