/ lunes 20 de septiembre de 2021

Los números reales o la postverdad

El análisis de la política en México es sumamente superficial debido a que en la escuela no hay una clase, al menos, que nos enseñe un poco de contabilidad gubernamental o al menos los elementos básicos para poder vigilar el actuar de un gobierno. Como resultado de esta ausencia de educación cívica, lo único que nos queda para hacer un análisis es tomar la decisión de creer o no en el contenido de notas periodísticas (si bien nos va) que tristemente en México casi siempre están sesgadas por un interés económico del medio con el gobierno. Peor aún, es la información que recibimos a través de redes sociales las cuales en su mayoría son noticias falsas (fake news) que son creadas específicamente para generar rumores, confusión o falsas percepciones. Esto ha generado el término de "postverdad”, donde la realidad es mera percepción.

La única forma de poder ver bien quién es quién en la administración pública es revisar un poco los números oficiales y contrastarlos con lo que la percepción generó. Una forma de revisar esto muy sencillo es viendo los avances de cuenta pública que se publican cada trimestre en los diferentes portales gubernamentales. Ahí podremos ver en qué se está yendo nuestro dinero y sobre todo comparar si se ha incrementado, disminuido o dejado de invertir en ciertos rubros específicos de la vida pública. Por ejemplo, podemos comparar la inversión total hecha en obra pública en los últimos 10 años y podemos ver si ha ido mejorando o empeorando en cuanto a porcentaje de la cuenta pública total destinada a este tema u otros, como a los programas sociales.

El gran problema de esto es que el gobierno debería estar haciendo pedagogía sociopolítica enseñando a la población a checar esto y hacer la transparencia más accesible y autodidacta, por lo contrario, revisar estos números es complicado porque lo importante (avance de cuenta pública) no se publica ni siquiera en los periódicos, cosa que debería suceder, y sólo se publican los estados de ingresos y egresos que en realidad no dicen mucho. No me vas a dejar mentir que cuando se publican esos estados no sabemos realmente ni qué revisar.

El Conac (Consejo Nacional de Armonización Contable) hizo desde hace varios años las reglas para que todos los gobiernos, en cualquiera de sus niveles, publicaran de la misma forma sus resultados para poder compararlos unos con otros. Sin embargo, a más de cinco años de que esta norma se expidiera, aún tenemos municipios como Parral que no están haciendo bien su contabilidad, o también organismos descentralizados como el CUM aquí en la capital que no lo hace. Esto se presta a que se pueda esconder la corrupción más fácilmente.

La importancia de generar esta pedagogía sociopolítica es vital para poder evaluar correctamente a los gobiernos y sobre todo exigir con resultados oficiales metas. Por ejemplo, podríamos exigir a los gobernantes invertir al menos el 15% del presupuesto en inversión pública y no solamente pedir "más obras” porque en la primera petición es medible el resultado y la segunda no. Si logramos brincar a este paso, entonces será muy fácil evaluar y saber quién es quién en los gobiernos sin que nos den atole con el dedo.


El análisis de la política en México es sumamente superficial debido a que en la escuela no hay una clase, al menos, que nos enseñe un poco de contabilidad gubernamental o al menos los elementos básicos para poder vigilar el actuar de un gobierno. Como resultado de esta ausencia de educación cívica, lo único que nos queda para hacer un análisis es tomar la decisión de creer o no en el contenido de notas periodísticas (si bien nos va) que tristemente en México casi siempre están sesgadas por un interés económico del medio con el gobierno. Peor aún, es la información que recibimos a través de redes sociales las cuales en su mayoría son noticias falsas (fake news) que son creadas específicamente para generar rumores, confusión o falsas percepciones. Esto ha generado el término de "postverdad”, donde la realidad es mera percepción.

La única forma de poder ver bien quién es quién en la administración pública es revisar un poco los números oficiales y contrastarlos con lo que la percepción generó. Una forma de revisar esto muy sencillo es viendo los avances de cuenta pública que se publican cada trimestre en los diferentes portales gubernamentales. Ahí podremos ver en qué se está yendo nuestro dinero y sobre todo comparar si se ha incrementado, disminuido o dejado de invertir en ciertos rubros específicos de la vida pública. Por ejemplo, podemos comparar la inversión total hecha en obra pública en los últimos 10 años y podemos ver si ha ido mejorando o empeorando en cuanto a porcentaje de la cuenta pública total destinada a este tema u otros, como a los programas sociales.

El gran problema de esto es que el gobierno debería estar haciendo pedagogía sociopolítica enseñando a la población a checar esto y hacer la transparencia más accesible y autodidacta, por lo contrario, revisar estos números es complicado porque lo importante (avance de cuenta pública) no se publica ni siquiera en los periódicos, cosa que debería suceder, y sólo se publican los estados de ingresos y egresos que en realidad no dicen mucho. No me vas a dejar mentir que cuando se publican esos estados no sabemos realmente ni qué revisar.

El Conac (Consejo Nacional de Armonización Contable) hizo desde hace varios años las reglas para que todos los gobiernos, en cualquiera de sus niveles, publicaran de la misma forma sus resultados para poder compararlos unos con otros. Sin embargo, a más de cinco años de que esta norma se expidiera, aún tenemos municipios como Parral que no están haciendo bien su contabilidad, o también organismos descentralizados como el CUM aquí en la capital que no lo hace. Esto se presta a que se pueda esconder la corrupción más fácilmente.

La importancia de generar esta pedagogía sociopolítica es vital para poder evaluar correctamente a los gobiernos y sobre todo exigir con resultados oficiales metas. Por ejemplo, podríamos exigir a los gobernantes invertir al menos el 15% del presupuesto en inversión pública y no solamente pedir "más obras” porque en la primera petición es medible el resultado y la segunda no. Si logramos brincar a este paso, entonces será muy fácil evaluar y saber quién es quién en los gobiernos sin que nos den atole con el dedo.