/ lunes 14 de septiembre de 2020

Ni todos, ni nadie

Las aguas se están poniendo turbias de cara al proceso electoral del próximo año. El 2021 significará mucho para nuestro país, estado y municipio, pero lo prioritario será lograr los contrapesos necesarios para mantener firme nuestra democracia el próximo año a nivel federal con la conformación de la Cámara de Diputados. Para la gente que esté a favor de las políticas públicas y las formas del presidente, esto también sería positivo porque nunca es bueno dejar todo el poder en manos de una sola persona. Esa es la esencia de los contrapesos democráticos y la razón de ser de la separación de poderes.

El problema más serio es que el país cayó en una dinámica de dimes y diretes sin un sustento estadístico, o información certera y eso creó una incertidumbre política en todos sentidos. Todo esto gracias a una sobreexposición mediática del presidente quien gobierna desde las mañaneras y avienta comentarios al aire que generan un gran oleaje de desinformación. Esto ha generado una gran polarización en la sociedad.

Sin embargo, debemos reconocer que la narrativa del presidente no es mala, porque habla de las grandes cosas que le duelen a México. Problemas que gobiernos anteriores se habían negado a reconocer o atacar por cualquier circunstancia. El tema sería ver si las políticas públicas que él está aplicando para “resolver” esos problemas realmente están funcionando. Esta narrativa lo ha llevado y mantenido en altos niveles de popularidad (con tendencia claramente a la baja), y muy probablemente lleguemos a la elección de esta forma.

Otro gran problema es el de la oposición. No ha sabido encontrar una narrativa congruente con sus acciones para contrarrestar el efecto AMLO, pero tampoco se han animado a ser disruptivos en las formas políticas y mucho menos cambiar para erradicar esos cánceres de corrupción que la ciudadanía les ha señalado por años.

Ni todos son malos en los partidos, ni todos son buenos. Dentro de cada partido existe gente muy respetable y también personas muy deplorables. Es un error pensar en que todos en un partido son corruptos y en otros todos son santos. Ya hablé la semana pasada de que ningún partido o institución es impoluta. Mientras existan humanos dentro habrá errores y aciertos.

Por todo lo anterior es importante romper paradigmas mentales y comenzar a buscar coincidencias entre las personas de diferentes partidos con las que se compartan visiones de país. Trabajar sobre lo coincidente y dejar en segundo plano donde se disiente. En los consensos de un solo color se ocultan muchas cosas. Sólo trabajando ese tipo de alianzas podremos avanzar en los contrapesos democráticos. Porque también los que se dedican a la corrupción tienen sus grandes alianzas en todos lados para evitar riesgos. Así que los que pretendemos reivindicar el servicio público debemos aprender a trabajar en conjunto de personas que militan en otros partidos para poder lograr acciones que trascienden. La política ya se convirtió en algo más de personas que de partidos. Trabajemos pues entre personas con las mismas convicciones.

Las aguas se están poniendo turbias de cara al proceso electoral del próximo año. El 2021 significará mucho para nuestro país, estado y municipio, pero lo prioritario será lograr los contrapesos necesarios para mantener firme nuestra democracia el próximo año a nivel federal con la conformación de la Cámara de Diputados. Para la gente que esté a favor de las políticas públicas y las formas del presidente, esto también sería positivo porque nunca es bueno dejar todo el poder en manos de una sola persona. Esa es la esencia de los contrapesos democráticos y la razón de ser de la separación de poderes.

El problema más serio es que el país cayó en una dinámica de dimes y diretes sin un sustento estadístico, o información certera y eso creó una incertidumbre política en todos sentidos. Todo esto gracias a una sobreexposición mediática del presidente quien gobierna desde las mañaneras y avienta comentarios al aire que generan un gran oleaje de desinformación. Esto ha generado una gran polarización en la sociedad.

Sin embargo, debemos reconocer que la narrativa del presidente no es mala, porque habla de las grandes cosas que le duelen a México. Problemas que gobiernos anteriores se habían negado a reconocer o atacar por cualquier circunstancia. El tema sería ver si las políticas públicas que él está aplicando para “resolver” esos problemas realmente están funcionando. Esta narrativa lo ha llevado y mantenido en altos niveles de popularidad (con tendencia claramente a la baja), y muy probablemente lleguemos a la elección de esta forma.

Otro gran problema es el de la oposición. No ha sabido encontrar una narrativa congruente con sus acciones para contrarrestar el efecto AMLO, pero tampoco se han animado a ser disruptivos en las formas políticas y mucho menos cambiar para erradicar esos cánceres de corrupción que la ciudadanía les ha señalado por años.

Ni todos son malos en los partidos, ni todos son buenos. Dentro de cada partido existe gente muy respetable y también personas muy deplorables. Es un error pensar en que todos en un partido son corruptos y en otros todos son santos. Ya hablé la semana pasada de que ningún partido o institución es impoluta. Mientras existan humanos dentro habrá errores y aciertos.

Por todo lo anterior es importante romper paradigmas mentales y comenzar a buscar coincidencias entre las personas de diferentes partidos con las que se compartan visiones de país. Trabajar sobre lo coincidente y dejar en segundo plano donde se disiente. En los consensos de un solo color se ocultan muchas cosas. Sólo trabajando ese tipo de alianzas podremos avanzar en los contrapesos democráticos. Porque también los que se dedican a la corrupción tienen sus grandes alianzas en todos lados para evitar riesgos. Así que los que pretendemos reivindicar el servicio público debemos aprender a trabajar en conjunto de personas que militan en otros partidos para poder lograr acciones que trascienden. La política ya se convirtió en algo más de personas que de partidos. Trabajemos pues entre personas con las mismas convicciones.