/ lunes 7 de diciembre de 2020

Puentes o trascendentes


Creo que la forma de valorar los resultados de los gobiernos ha cambiado mucho en los últimos años. Antes se evaluaba con las puras obras públicas de infraestructura visible. En la vieja política se presumen puentes y amplias carreteras como si fuera lo único que los gobiernos debieran hacer. Hoy la sociedad se dio cuenta que las prioridades son otras, que es mejor una comunidad donde reine el Estado de Derecho que tener una muy buena carretera pero no tener paz. Hoy sabemos que nos hace más daño la corrupción que la falta de obra. Nos dimos cuenta que es mejor planear bien una ciudad, que presumir una inversión inmobiliaria alejada de la ciudad.

A mí me da mucho gusto esta evolución en la forma de ver el gobierno, porque ahora se busca una verdadera administración de la justicia, servicios públicos de excelencia, cuerpos de seguridad honestos y capacitados, espacios públicos y programas sociales dignos y no condicionados, etc. Las benditas redes sociales nos abrieron los ojos a muchas realidades que vivimos.

Eso debió haber logrado debido a que muchos personajes políticos, gobiernos e institutos políticos cambiaron su forma de actuar, comunicar y convencer. Pero sigue habiendo resistencias. También existe resistencia de grupos cercanos al poder para aceptar y apoyar las grandes luchas anticorrupción, luchas que vienen a romper los pactos de impunidad que se han generado y perpetuado por años en nuestro país.

Estas resistencias sólo generan votos de castigo que duelen y sobre todo dañan el crecimiento y desarrollo de un país. Porque, por lo general, son giros de 180 grados en visiones, formas e ideales. Esto hace que cada tres o seis años tengamos que volver a empezar con planes, obras, programas sociales, etc. Los egos cambian todos los planes y los únicos afectados son los ciudadanos.


Escribo lo anterior porque debemos entender que no podemos seguir negándonos a las realidades y sobreponiendo intereses personales a los comunes. Todos debemos poner algo sobre la mesa para repartir y al final todos recibir algo. Me refiero a los sacrificios que se deben hacer para encontrar el bien común. Los grandes cambios no se construyen ni rápido, ni fácil. Implican mucho esfuerzo y sacrificio. Por eso no podemos relativizar luchas como el combate a la corrupción sólo por proteger un interés personal, por más legítimo que sea.


Esos sacrificios personales son los que se deben poner sobre la mesa para poder brindar a la comunidad las acciones trascendentes que hoy se piden: Justicia, seguridad, servicios de excelencia, salud digna, educación de calidad, etc.

Espero haber podido traducir mi pensamiento a este texto. Creo firmemente que se está dando un cambio social y político en este estado. Se siente en el ambiente un punto de inflexión muy importante y es este momento donde tenemos que aceptar las realidad y construir el futuro que queremos tener. Dejar a un lado las filias, fobias e intereses individuales y hacer lo correcto para el bien de todos. Existen muchas resistencias e intereses para que las cosas no cambien y volver al pasado, pero no lo podemos permitir. Asumamos nuestros valores y actuemos conforme a ellos. ¡Sí se puede! ¡Chihuahua es y será ejemplo nacional!


Creo que la forma de valorar los resultados de los gobiernos ha cambiado mucho en los últimos años. Antes se evaluaba con las puras obras públicas de infraestructura visible. En la vieja política se presumen puentes y amplias carreteras como si fuera lo único que los gobiernos debieran hacer. Hoy la sociedad se dio cuenta que las prioridades son otras, que es mejor una comunidad donde reine el Estado de Derecho que tener una muy buena carretera pero no tener paz. Hoy sabemos que nos hace más daño la corrupción que la falta de obra. Nos dimos cuenta que es mejor planear bien una ciudad, que presumir una inversión inmobiliaria alejada de la ciudad.

A mí me da mucho gusto esta evolución en la forma de ver el gobierno, porque ahora se busca una verdadera administración de la justicia, servicios públicos de excelencia, cuerpos de seguridad honestos y capacitados, espacios públicos y programas sociales dignos y no condicionados, etc. Las benditas redes sociales nos abrieron los ojos a muchas realidades que vivimos.

Eso debió haber logrado debido a que muchos personajes políticos, gobiernos e institutos políticos cambiaron su forma de actuar, comunicar y convencer. Pero sigue habiendo resistencias. También existe resistencia de grupos cercanos al poder para aceptar y apoyar las grandes luchas anticorrupción, luchas que vienen a romper los pactos de impunidad que se han generado y perpetuado por años en nuestro país.

Estas resistencias sólo generan votos de castigo que duelen y sobre todo dañan el crecimiento y desarrollo de un país. Porque, por lo general, son giros de 180 grados en visiones, formas e ideales. Esto hace que cada tres o seis años tengamos que volver a empezar con planes, obras, programas sociales, etc. Los egos cambian todos los planes y los únicos afectados son los ciudadanos.


Escribo lo anterior porque debemos entender que no podemos seguir negándonos a las realidades y sobreponiendo intereses personales a los comunes. Todos debemos poner algo sobre la mesa para repartir y al final todos recibir algo. Me refiero a los sacrificios que se deben hacer para encontrar el bien común. Los grandes cambios no se construyen ni rápido, ni fácil. Implican mucho esfuerzo y sacrificio. Por eso no podemos relativizar luchas como el combate a la corrupción sólo por proteger un interés personal, por más legítimo que sea.


Esos sacrificios personales son los que se deben poner sobre la mesa para poder brindar a la comunidad las acciones trascendentes que hoy se piden: Justicia, seguridad, servicios de excelencia, salud digna, educación de calidad, etc.

Espero haber podido traducir mi pensamiento a este texto. Creo firmemente que se está dando un cambio social y político en este estado. Se siente en el ambiente un punto de inflexión muy importante y es este momento donde tenemos que aceptar las realidad y construir el futuro que queremos tener. Dejar a un lado las filias, fobias e intereses individuales y hacer lo correcto para el bien de todos. Existen muchas resistencias e intereses para que las cosas no cambien y volver al pasado, pero no lo podemos permitir. Asumamos nuestros valores y actuemos conforme a ellos. ¡Sí se puede! ¡Chihuahua es y será ejemplo nacional!