/ lunes 11 de octubre de 2021

Una oposición sensata 

Por Amín Anchondo

La verdad es que a Andrés Manuel no le han hecho ni cosquillas los opositores en este país. El presidente incluso se burla de ellos y en algunas ocasiones, con justa razón. Esto no es una simple opinión personal, lo dicen las encuestas de aprobación del presidente que muestran un crecimiento en su aceptación a partir de mediados del año pasado y que a la fecha está a punto de romper su récord de aceptación. Esto también se refleja en la medición estatal de aprobación presidencial. A esto le podemos sumar las 11 de 15 gubernaturas que ganaron el año pasado. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué está pasando con la oposición en nuestro país? ¿Por qué no se logró un bloque opositor fuerte?

Mucha de la política que me ha tocado ver y leer es ejecutada con estrategias basadas en pensar que el pueblo es tonto o que nadie se dará cuenta. Y esto ha llevado a que se pierda la credibilidad en todas y todos los personajes políticos. El problema es cuando la gente ya toma como una burla las acciones político-electorales con tal de ganar campañas o mayorías, dejando a un lado las convicciones, objetivos y trayectorias.

Un ejemplo muy claro es la famosa alianza opositora del “Va x México”, que se construyó para ganar elecciones en la aritmética, dejando a un lado todo el trasfondo que lleva el unir al PRI, PAN y lo que queda del PRD. Es unir un partido de izquierda (PRD), el partido más pragmático (PRI) y uno de derecha (PAN) que últimamente anda muy amiguito de VOX, partido español que representa la ultraderecha. Esa mezcla no funciona y se demostró porque ni siquiera ganó las elecciones estatales y tampoco la mayoría en la cámara. Deja tú, el quemón que se dio el PAN, que era el partido más “limpio” en esta alianza, al unirse con el PRI. Eso ya está muy difícil de borrar en el imaginario colectivo, y además que se consolidó la idea de AMLO del PRIAN. Ojo, hablo de partidos y no de personas.

Traigo todo esto a colación porque la semana pasada inició la discusión pública de la reforma eléctrica, la cual es la primera prueba de ácido que enfrentará esta alianza y que ya se está rompiendo, a la primera. Y es que es lógico, en esa alianza no hay convicción alguna, sólo intereses. Y cuando se tocan los intereses individuales, entonces se acaba todo. Por eso no ha funcionado la oposición, porque no hay personas sensatas ahí haciendo frente al presidente con opiniones generadas desde la convicción y no desde el interés. De eso se ríe Andrés Manuel, porque los que ahora luchan contra estos temas, en algún momento los apoyaron o están embarrados en temas de corrupción que no los deja poder argumentar porque traen larga la cola.

Urge una oposición sensata, de figuras honorables y con conocimiento de sus propias causas. Partidos que tengan firmes los valores que persiguen para poder demostrarlos en las tribunas y no venderlos por una suma de votos. Porque la gente se siente ofendida al ver esos arreglos burdos que sólo hacen que el pueblo diga que el presidente tiene razón y le den la aceptación que hoy tiene.


Por Amín Anchondo

La verdad es que a Andrés Manuel no le han hecho ni cosquillas los opositores en este país. El presidente incluso se burla de ellos y en algunas ocasiones, con justa razón. Esto no es una simple opinión personal, lo dicen las encuestas de aprobación del presidente que muestran un crecimiento en su aceptación a partir de mediados del año pasado y que a la fecha está a punto de romper su récord de aceptación. Esto también se refleja en la medición estatal de aprobación presidencial. A esto le podemos sumar las 11 de 15 gubernaturas que ganaron el año pasado. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué está pasando con la oposición en nuestro país? ¿Por qué no se logró un bloque opositor fuerte?

Mucha de la política que me ha tocado ver y leer es ejecutada con estrategias basadas en pensar que el pueblo es tonto o que nadie se dará cuenta. Y esto ha llevado a que se pierda la credibilidad en todas y todos los personajes políticos. El problema es cuando la gente ya toma como una burla las acciones político-electorales con tal de ganar campañas o mayorías, dejando a un lado las convicciones, objetivos y trayectorias.

Un ejemplo muy claro es la famosa alianza opositora del “Va x México”, que se construyó para ganar elecciones en la aritmética, dejando a un lado todo el trasfondo que lleva el unir al PRI, PAN y lo que queda del PRD. Es unir un partido de izquierda (PRD), el partido más pragmático (PRI) y uno de derecha (PAN) que últimamente anda muy amiguito de VOX, partido español que representa la ultraderecha. Esa mezcla no funciona y se demostró porque ni siquiera ganó las elecciones estatales y tampoco la mayoría en la cámara. Deja tú, el quemón que se dio el PAN, que era el partido más “limpio” en esta alianza, al unirse con el PRI. Eso ya está muy difícil de borrar en el imaginario colectivo, y además que se consolidó la idea de AMLO del PRIAN. Ojo, hablo de partidos y no de personas.

Traigo todo esto a colación porque la semana pasada inició la discusión pública de la reforma eléctrica, la cual es la primera prueba de ácido que enfrentará esta alianza y que ya se está rompiendo, a la primera. Y es que es lógico, en esa alianza no hay convicción alguna, sólo intereses. Y cuando se tocan los intereses individuales, entonces se acaba todo. Por eso no ha funcionado la oposición, porque no hay personas sensatas ahí haciendo frente al presidente con opiniones generadas desde la convicción y no desde el interés. De eso se ríe Andrés Manuel, porque los que ahora luchan contra estos temas, en algún momento los apoyaron o están embarrados en temas de corrupción que no los deja poder argumentar porque traen larga la cola.

Urge una oposición sensata, de figuras honorables y con conocimiento de sus propias causas. Partidos que tengan firmes los valores que persiguen para poder demostrarlos en las tribunas y no venderlos por una suma de votos. Porque la gente se siente ofendida al ver esos arreglos burdos que sólo hacen que el pueblo diga que el presidente tiene razón y le den la aceptación que hoy tiene.