/ martes 17 de septiembre de 2019

Así es la vida

“Un camino de mil pasos comienza en un solo paso” es una expresión –con variantes- del filósofo y humanista chino Lao-Tsé (604-531 a.C.), lo que implica que toda meta tiene un inicio y sigue un proceso.

En una pasada colaboración manifestábamos que la ciencia se acercaba a un camino de inicio de la vida humana, un primer paso; rectificamos: la ciencia desde hace unas décadas ha experimentado –característica científica- que la vida humana comienza en el momento mismo de la concepción, en la unión del óvulo y el espermatozoide, que entonces contiene toda la información necesaria, reunida en el ADN, para determinar las cualidades de un nuevo ser, ser que desde ese instante pertenece a la especie humana. Es un dato científico, experimental, no invento ni opinión de algunos.

El término cigoto (o zigoto), procede del griego zygotos, que significa unidos, y refiere a la primera célula de esa unión, célula única en su patrimonio genético, por tanto es un ser único e individual. Es un primer paso que abre el recorrido de la vida humana, que se desarrolla sin interrupciones.

Los términos embrión, que procede del griego y significa el que brota dentro, y feto, del latín, acción de parir en sentido original, se aplican, el primero desde la fecundación hasta 8 semanas de desarrollo del nuevo ser humano y el segundo a lo largo del embarazo y hasta antes de su nacimiento. Son, pues, etapas de un proceso que dan paso a que una nueva vida, que inició en la concepción, salga a la luz tras nueve meses y continúe su camino de crecimiento como persona.

El afirmar que la vida humana comienza después de la fecundación no es científico, y el decir que hasta tantas semanas el nuevo ser es sólo un puñado de células va contra toda lógica filosófica. Considerar, por tanto, que puede interrumpirse el proceso de vida desde el inicio hasta equis semanas por pensar que el nuevo ser aún no es humano es, en verdad, truncar un ser humano. Y hacerlo mediante técnicas abortivas que lo destruyen se convierte en un asesinato con todas sus letras, aunque algunos no lo vean así.

Cuidar y defender la vida humana a lo largo de todo su desarrollo, desde su inicio hasta su término natural en este mundo, es tarea a la que están llamados todos los hombres de buena voluntad. Así es la vida. ¿Lo ven?


“Un camino de mil pasos comienza en un solo paso” es una expresión –con variantes- del filósofo y humanista chino Lao-Tsé (604-531 a.C.), lo que implica que toda meta tiene un inicio y sigue un proceso.

En una pasada colaboración manifestábamos que la ciencia se acercaba a un camino de inicio de la vida humana, un primer paso; rectificamos: la ciencia desde hace unas décadas ha experimentado –característica científica- que la vida humana comienza en el momento mismo de la concepción, en la unión del óvulo y el espermatozoide, que entonces contiene toda la información necesaria, reunida en el ADN, para determinar las cualidades de un nuevo ser, ser que desde ese instante pertenece a la especie humana. Es un dato científico, experimental, no invento ni opinión de algunos.

El término cigoto (o zigoto), procede del griego zygotos, que significa unidos, y refiere a la primera célula de esa unión, célula única en su patrimonio genético, por tanto es un ser único e individual. Es un primer paso que abre el recorrido de la vida humana, que se desarrolla sin interrupciones.

Los términos embrión, que procede del griego y significa el que brota dentro, y feto, del latín, acción de parir en sentido original, se aplican, el primero desde la fecundación hasta 8 semanas de desarrollo del nuevo ser humano y el segundo a lo largo del embarazo y hasta antes de su nacimiento. Son, pues, etapas de un proceso que dan paso a que una nueva vida, que inició en la concepción, salga a la luz tras nueve meses y continúe su camino de crecimiento como persona.

El afirmar que la vida humana comienza después de la fecundación no es científico, y el decir que hasta tantas semanas el nuevo ser es sólo un puñado de células va contra toda lógica filosófica. Considerar, por tanto, que puede interrumpirse el proceso de vida desde el inicio hasta equis semanas por pensar que el nuevo ser aún no es humano es, en verdad, truncar un ser humano. Y hacerlo mediante técnicas abortivas que lo destruyen se convierte en un asesinato con todas sus letras, aunque algunos no lo vean así.

Cuidar y defender la vida humana a lo largo de todo su desarrollo, desde su inicio hasta su término natural en este mundo, es tarea a la que están llamados todos los hombres de buena voluntad. Así es la vida. ¿Lo ven?