/ lunes 11 de julio de 2022

El mundo tiembla y no entendemos

Por: Amín Anchondo

Esta semana los estrategas políticos internacionales se volvieron locos tratando de entender la causa-efecto de lo que sucedió en estos días. Hechos como el asesinato de Shinzo Abe en Japón, la renuncia de Boris Johnson como primer ministro de Inglaterra y la caída del gobierno en Sri Lanka. Todos estos hechos son importantísimos para el mundo y pueden agravar las crisis internacionales que ya tenemos.

Los tres tienen un trasfondo político que deja muchos mensajes sobre el cambio inminente que debe de haber en la forma en la que la humanidad conformó sus gobiernos para poder organizarse como comunidad. Es la gran mayoría de la humanidad la que sabe que las cosas no están bien y se debe hacer un cambio rápido, porque la sociedad no aguanta más.

De los tres hechos que describí, el que más me impactó fue el de Sri Lanka. Fue el menos televisado, pero el que tiene un mensaje más difícil de asimilar. La ciudadanía se hartó de vivir en pobreza extrema, en un país donde hay escasez de alimentos y medicinas. Se lanzaron contra su gobierno por vivir con excesos y abundancia, mientras estaban en una nación donde la gente no tenía ni qué comprar ni con qué comprar. Agredieron a los empresarios más ricos del país, por el coraje que les tienen debido al nivel de desigualdad que existe entre ellos y el otro 95% de la población. El gobierno cayó y el país sufrirá aún más, pero el coraje salió y la catarsis logró derrocar el sistema.

Del caso de Japón sólo se pueden hacer conjeturas hasta este momento. Pero si sabe a pollo y huele a pollo, entonces algo podríamos opinar. El punto es que al exprimer ministro de Japón lo asesina un exmilitar desempleado que construyó su propia arma para lograr este magnicidio que se grabará en el inconsciente de toda la ciudadanía japonesa para siempre.

No sé si los hechos anteriores les hagan sentido a la hora de leerlos de esta forma. ¿Te sonó como a una historia cercana? ¿Viste algunas coincidencias? Imagina que a todo el sentimiento que vive la humanidad en este momento le agregamos los factores del Covid, la crisis económica derivada de la inflación mundial, la escasez de alimentos por el calentamiento global, la creciente desigualdad económica mundial, etc. Algo no está bien. Algo cambió y no hay vuelta atrás. O se trabaja inmediatamente en estos problemas que describo o van a ir cayendo gobiernos poco a poco y generando un problema que sólo traerá un desastre para la humanidad.

Yo aún tengo esperanza de que esto pueda cambiar, porque me entristece mucho pensar en el mundo que me tocará vivir mi futuro si no lo remediamos. La buena noticia es que los cambios podrían ser rápidos por la forma en la que estamos organizados e interconectados. Pero primero debemos de asumirnos como responsables de estos cambios y comenzar a dejar a un lado mis intereses para poner los comunes al centro. Los ricos deben entender que tienen que ceder parte de su ingreso para que se distribuya mejor, los gobernantes dejar a un lado la corrupción y opacidad si quieren continuar al frente y la ciudadanía actuar responsablemente frente a la crisis climática y económica. Dejémonos de ocurrencias, ya estuvo bueno, dejemos de aplaudir gobiernos chafas. Hagámoslo bien.


Por: Amín Anchondo

Esta semana los estrategas políticos internacionales se volvieron locos tratando de entender la causa-efecto de lo que sucedió en estos días. Hechos como el asesinato de Shinzo Abe en Japón, la renuncia de Boris Johnson como primer ministro de Inglaterra y la caída del gobierno en Sri Lanka. Todos estos hechos son importantísimos para el mundo y pueden agravar las crisis internacionales que ya tenemos.

Los tres tienen un trasfondo político que deja muchos mensajes sobre el cambio inminente que debe de haber en la forma en la que la humanidad conformó sus gobiernos para poder organizarse como comunidad. Es la gran mayoría de la humanidad la que sabe que las cosas no están bien y se debe hacer un cambio rápido, porque la sociedad no aguanta más.

De los tres hechos que describí, el que más me impactó fue el de Sri Lanka. Fue el menos televisado, pero el que tiene un mensaje más difícil de asimilar. La ciudadanía se hartó de vivir en pobreza extrema, en un país donde hay escasez de alimentos y medicinas. Se lanzaron contra su gobierno por vivir con excesos y abundancia, mientras estaban en una nación donde la gente no tenía ni qué comprar ni con qué comprar. Agredieron a los empresarios más ricos del país, por el coraje que les tienen debido al nivel de desigualdad que existe entre ellos y el otro 95% de la población. El gobierno cayó y el país sufrirá aún más, pero el coraje salió y la catarsis logró derrocar el sistema.

Del caso de Japón sólo se pueden hacer conjeturas hasta este momento. Pero si sabe a pollo y huele a pollo, entonces algo podríamos opinar. El punto es que al exprimer ministro de Japón lo asesina un exmilitar desempleado que construyó su propia arma para lograr este magnicidio que se grabará en el inconsciente de toda la ciudadanía japonesa para siempre.

No sé si los hechos anteriores les hagan sentido a la hora de leerlos de esta forma. ¿Te sonó como a una historia cercana? ¿Viste algunas coincidencias? Imagina que a todo el sentimiento que vive la humanidad en este momento le agregamos los factores del Covid, la crisis económica derivada de la inflación mundial, la escasez de alimentos por el calentamiento global, la creciente desigualdad económica mundial, etc. Algo no está bien. Algo cambió y no hay vuelta atrás. O se trabaja inmediatamente en estos problemas que describo o van a ir cayendo gobiernos poco a poco y generando un problema que sólo traerá un desastre para la humanidad.

Yo aún tengo esperanza de que esto pueda cambiar, porque me entristece mucho pensar en el mundo que me tocará vivir mi futuro si no lo remediamos. La buena noticia es que los cambios podrían ser rápidos por la forma en la que estamos organizados e interconectados. Pero primero debemos de asumirnos como responsables de estos cambios y comenzar a dejar a un lado mis intereses para poner los comunes al centro. Los ricos deben entender que tienen que ceder parte de su ingreso para que se distribuya mejor, los gobernantes dejar a un lado la corrupción y opacidad si quieren continuar al frente y la ciudadanía actuar responsablemente frente a la crisis climática y económica. Dejémonos de ocurrencias, ya estuvo bueno, dejemos de aplaudir gobiernos chafas. Hagámoslo bien.